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Cisne

Los latigazos resonaban a cada rincón de ese sótano oscuro, ahí yacía un chico rubio de ojos azules que se encontraba en un estado deplorable, ya no recordaba cuanto tiempo había pasado, pero dejó de importarle demasiado cuando se abría esa puerta...

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Los latigazos resonaban a cada rincón de ese sótano oscuro, ahí yacía un chico rubio de ojos azules que se encontraba en un estado deplorable, ya no recordaba cuanto tiempo había pasado, pero dejó de importarle demasiado cuando se abría esa puerta de roble oscuro y entraba aquel hombre de temibles ojos verdes que brillaban en malicia para propiciarle las peores torturas.

Ya no podía contar cuantos latigazos había recibido, pero sentía ese líquido rojo hacerse seco para dejar paso a una nueva que es deslizante y caliente, sus gritos se escuchan como quejidos porque hasta había perdido su propia voz de tanto suplicar por ayuda o porque aquel hombre se detuviera.

──Bastardo. ──Insulta con ganas tomando del cabello al miserable chico.── ¿Cómo pudiste?... ¡¿Cómo te atreves a seducirla?!.

El rubio no es capaz de decir algo así que el hombre le propicia un puñetazo con toda su fuerza que lo manda al otro lado del frío sótano.

Casi lo olvidaba, ese hombre parecía ver en su persona a un tipo que al parecer le robó el corazón de la mujer que amaba. En otras circunstancias entendería e intentaría ayudarlo, pero, ¿Era necesario golpearlo y someterlo a las peores humillaciones? ¿Era justo?.

Las horas siguieron siendo tortuosas, aquel hombre de cabello oscuro y de ojos verdes le había golpeado incontables veces en el estómago hasta hacerle vomitar a su victima que al no recibir comida decente solo sangre coagulada podría salir de sus entrañas. Después, comenzó a romperle los dedos a golpes y por último había clavado su daga en la delgada pierna derecha del muchacho.

──Oye.

──Su excelencia.

──Curen las heridas graves y denle pan con agua, aún lo necesito con vida.

──Si excelencia.

Zerval había dejado el sótano ampliamente oscuro donde su familia lo tenía como sala de mazmorra o de 'interrogatorios' a prisioneros de guerra.

Al igual que él, ni siquiera su padre había sido un santo de devoción.

«Mi cisne

Zerval solo reconocía como persona de amplia pureza a la segunda princesa, aquella mujer que cautivó su corazón, mirándola tan pequeña y frágil supo que era la ideal para él. Sin embargo, ella estaba completamente distraída con el príncipe heredero del Reino Estrusco, era tan evidente que le molestaba a grandes escalas de que ella no se fijara ni por un segundo en él.

«¿Qué tiene de bueno? Solo es una cara bonita, es bien sabido que los hombres del continente central son tan débiles como su propio ejército. Se creen la gran cosa, pero a la hora de la verdad mojan sus pantalones cuando un hombre de verdad los enfrenta

──Por nuestro Dios, ¿Cómo te hago entender mi rebelde cisne?.

──Su excelencia.

Zerval asiente, dando a entender que estaba escuchando mientras lavaba la sangre seca en sus manos, sangre ajena a la suya por supuesto.

❝𝐅𝐈𝐀𝐁𝐀❝ 𑁍╰─── • ⁽ ʸᵒ ˢᵒʸ ˡᵃ ʳᵉⁱⁿᵃ ᵉⁿ ᵉˢᵗᵃ ᵛⁱᵈᵃ ⁾ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora