Augusta Belona Bianca
"La nacida en la guerra"
──── En esta vida nueva deseo protegerlo a él de todos los males existentes en este mundo que conozco sólo en los libros, así deba arrebatarle todo a la protagonista, ser cruel también es parte de ser...
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──Escuche que eran amigos cercanos, casi como hermanos.
──¿Quién fue?.
──Tus hombres, ¿Quienes podrían ser?.
──Ja, abren la boca fácilmente.
Augusta se acerca y toca con cuidado el hombro del hombre joven, recientemente se había enterado que el mejor amigo de Alfonso iba a tener una audiencia con él.
──Si no te molesta, ¿Podrías contarme?, ya lo sabes, dos cabezas dan una mejor solución.
Alfonso le sonríe a medias y decide contarle desde su punto de vista como se deformó aquella amistad tan estrecha. Por supuesto, Augusta conocía cada detalle hasta donde tenía entendido y con la explicación de Alfonso entendió mejor.
──Alfonso, creo que debes escucharlo, a sido tu mejor amigo y no creo que una amistad como la de ustedes se rompa tan fácil.
──¿Que debería hacer?.
──Lo que te he dicho, ¿Recuerdas cuando te mostré mis costumbres?, para poder comprender el sentido de las cosas, debes aprender a escuchar.
Alfonso toma un momento, recordando con nostalgia la melodia de esos instrumentos musicales tradicionales de Karras, solo el viento y hábiles manos experimentadas podían hacerlos cantar.
──Lo entiendo, haré eso.
──Que bueno.
──Entonces aceptaré la petición.
──Espera, ¿Cuando la recibiste?.
Alfonso traiga saliva.
──Unos... Tres días.
──¿Cómo pudiste retrasarla tanto?.
──No sabía que hacer.
──Pero no... ──suspira.── Esta bien, podrás disculparte por la toma de decisión tan lenta.
──Lo haré, no te preocupes.
Al día siguiente, Augusta estaba en la oficina junto con el resto de hombres de Alfonso, ¿Por qué?, bueno, Alfonso le pidió estar presente para ser una mediadora.
«Confía mucho en mi juicio y no se si sea bueno o malo.»
Siendo la hora acordada se abre la puerta y Augusta casi deja caer un suspiro ante la belleza exótica de Rafael de Baldesar, porque era cierto, aquel personaje era un hermoso hombre albino bien desarrollado y de ojos rojos como dos rubis más preciosos.
«Es más hermoso el persona.» Se mantuvo serena.
──¡Alfonso!.
──¡Baldesar! ¡¿Cómo te atreves a llamar a su alteza sin honoríficos?!.