Capítulo 28: Tierna tormenta

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JA JA JA por supuesto que No perdí el edit del nombre de June y ahora usaremos este nuevo y fingiremos que el otro jamás existió JA JA JA eso jamás pasó ok?

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Me duele la cabeza.

Hace mucho, mucho, tiempo que no bebía y un par de copitas lograron hacerme perder la memoria otra vez. Pero esta vez no funcionó tanto porque me acuerdo lo suficiente para darme vergüenza ajena.

Aaron no está en la cama, ni en la habitación. Reconozco que es su departamento en el centro de la ciudad y una de sus camisetas que traigo puestas. Por lo menos no le fui infiel. Qué alivio. Salgo arrastrándome de allí con una cobija cubriéndome de pies a cabeza, siguiendo el aroma a comida, me apoyo en el barandal de vidrio del segundo piso y miro abajo buscándolo. No lo veo, pero escucho el leve ruido en la cocina y lo sigo hasta allí.

Está haciendo unos huevos revueltos sin camiseta y me observa mientras mueve la sartén. Muy sexi para empezar la mañana.

—¿Fuiste al baño antes de bajar?

—Nop. ¿Me veo horrible?

—Si, espantosa.

Me hace sonreír y me apoyo en el umbral para cerrar los ojos.

—No quiero que te ofendas, pero no recuerdo nuestro sexo de anoche. Es tristísimo, quiero llorar.

—Te quedaste dormida en el auto, el único sexo que tuviste fue en tu imaginación.

—Más triste todavía. Espero que haya estado bueno en mi cabeza por lo menos.

—Lo estuvo, me lo relataste. Explícitamente.

—Dios—trato de hundir mi cabeza en la madera de la puerta.

—Querías follar sobre la mesa. Y en el pasillo. Y sostenerte del barandal de la escalera mientras te doy por atrás.

—Cállate.

—En la cama me atacaste y dijiste cosas muy sucias. Incluye juguetes sexuales y…

—Cierra la boca.

—Cuatro dedos, ver pornografía juntos…

—¿Cuatro dedos? ¿En mí?

—Dijiste que tengo dedos perfectos para eso.

—Dios santo —me voy de allí tapándome la cara completamente roja.

—¡No te avergüences, es libertad de expresión!

Subí las escaleras corriendo mientras él salió de la cocina comiendo sus huevos revueltos, bastante divertido.

—¿Cómo diablos te controlaste tanto con todo eso?

—No me controlé, lo haremos cuando estés consciente.

—Estoy consciente ahora —me arrepentí en cuanto lo dije y vi cómo se metió a la boca el tenedor con lentitud y saboreó su desayuno. Me duele la cabeza lo suficiente para no tener fuerzas para hacerlo ahora—. Me iré a duchar.

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora