Capítulo 36: Los dos sabemos que sabemos lo que no dijimos

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Dedicado a Mía. Besito en la frente de parte de Aaron y June.

De camino al aeropuerto, nos detuvimos cerca de la ciudad para comer alimentos

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De camino al aeropuerto, nos detuvimos cerca de la ciudad para comer alimentos. Todavía no entiende que el avión tiene su propio servicio de comida. Kevin, que lo aparté de nosotros todo el fin de semana, vuelve a aparecer en esa ocasión para sostener las incontables bolsas.

Compra una buena tanda de dulces extrañas para probar en casa y me mete un chocolate a la boca mientras elije más gomitas.

—¿Quieres uvas? —me pregunta, pero de igual manera agarra un par.

—No, quiero volver a casa.

—Estamos en eso. Oh, ¿Qué es eso?

Se aparta de mí enseguida y si no fuera porque volteé a darle la bolsa de dulces al guardaespaldas la hubiera detenido antes que se alejara tan rápidamente.

Los malos recuerdos regresan como una avalancha sin aviso y me apartan de la felicidad que adquirí estos días. Se siente como estar metido en un vaso que está llenándose de agua y no puedo salir a la superficie.

Solo son segundos en los que me paralizo, aunque parezca una eternidad y sólo le ordeno a mi sistema llegar a zancadas a ella para evitar que la mujer sentada del otro lado de la mesa le tome la mano.

—No…no, no, no. No queremos esto. No quieres esto —enredo mis dedos en los suyos y la aparto de la mujer que lee las manos.

—¿Qué, por qué no? Si quiero.

—No…entonces, yo no quiero. No sé porqué hay de estás en todas partes que vamos, ¿Son todas parientes o qué? Larguémonos.

—¿Qué te ocurre? Solo va a leerme las manos —deshace nuestros dedos con una sonrisa ignorando la última vez que pasó esto—. Le voy a preguntar si ya estoy embarazada.

Siento la taquicardia hasta en mi garganta y las manos temblando. La última vez que hicimos esto todo salió mal. Y lo sabíamos, la vieja chusma de Costa Rica nos lo avisó y no hice caso. Nos aparté, ignoramos todo y así terminamos: ella yéndose sabiendo el sexo de nuestros bebés y yo quedándome solo por no escuchar las advertencias.

—Por favor…

Juniper estaba por darle la mano de vuelta a esa mujer que la esperaba ansiosa por leerla y cobrarle, pero me prestó atención. Me observó y retrocedió.

—¿Sabes? Recordé que no compré nada de bebidas, deberíamos ir ya a la tienda si no queremos llegar tarde al vuelo —saludó a la señora y se enganchó en mi brazo para seguir caminando hacia la calle como si nada hubiera pasado—. ¿Qué pasa?

—¿Recuerdas que te conté de nuestra Luna de miel?

—Si, en Costa Rica, ¿No?

—Si. Justo el día que debíamos regresar, una vidente te tiró las cartas. Nos dijo muchas cosas, aún recuerdo todo. Nos advirtió que no estaríamos juntos, que nuestros hijos no estarían bien. Nos… Me dijo que me ibas a olvidar. Y yo lo ignoré.

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora