Capítulo 46: Limón

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La sigo con la mirada como siempre, ni siquiera está cerca

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La sigo con la mirada como siempre, ni siquiera está cerca. Yo estoy en mi estudio frente a la ventana y ella en el parque dándole indicaciones al parquista que cambiará la forma de los arbustos. Y hablando de forma, aún en la lejanía sé que su vientre sigue igual de plano. No sé le nota nada a pesar de cumplir tres meses hoy.

Llevo una cuenta aproximada desde que calculé en qué fecha podríamos haberlo concebido. Desde entonces vigilo todos los días algún cambio en ella, esperando que lo haya.

—¿A quién vas a pintar, a mamá o a mí?—blanqueó los ojos y termino de limpiar el pincel antes de volver al banco frente a mi hija mayor.

Estoy haciendo un retrato de ella, está vestida con uno de sus vestidos turquesa y el cabello sobre su hombro con un moño pequeño.

Termino de repasar lo básico en la pintura para que no se aburra, ya luego puedo terminar solo.

—Listo, puedes ir a cambiarte.

—¿Ya terminaste?

—No, pero con esto me basta.

—Puedo quedarme más tiempo, si quieres.

—No es necesario, mi amor, en serio. Ve a jugar.

Baja de la silla de un salto y se me queda mirando. Entonces, no convencida de irse, arrastra la silla hasta ponerla a mi lado.

—Igual te acompaño, ¿Quieres?

—Eres mi sol —le beso la cabeza y me muestra la sonrisa más hermosa que existe en el mundo—. Eres hermosa, ¿Te lo dije alguna vez?

—Siempre.

Terminé de pintar teniéndola cerca. Respondí el teléfono distraídamente cuando sonó.

—Diga.

—¿Aaron Larken?

—Él mismo.

—Un gusto. Soy el oficial Robert. Tengo entendido que este es el número de contacto de la prisionera Carla Cappani, ¿Es correcto?

—Correcto. ¿Le ocurrió algo?

—Llamo para informarle que ha dado a luz esta mañana.

Me toma por sorpresa la noticia, se supone que solo tiene siete meses.

—De acuerdo —cuelgo y voy hasta el parque. Violett se queda en su habitación y me acerco por detrás a su madre que sigue señalando con las manos las formas que quiere darle a los arbustos. Veo que tiene guardado su teléfono en el bolsillo del pantalón.

Cuando termina con las indicaciones gira hacia mí con una sonrisa que no se le quita y no quiero que lo haga.

—Ya organicé todo, esto va a quedar divino.

—Debería ser Ethan quien arregle esto, fue él y sus amigos quienes lo destrozaron, en primer lugar.

—Solo estaban jugando.

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora