Capítulo 55 FINAL: Complicados

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Todavía no podía creerlo

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Todavía no podía creerlo. Había pasado tanto y yo tan ausente.

Eran demasiadas emociones juntas. Visité a Rose de inmediato y luego corrí a ver a su hija, la pequeña que nos había dejado para que no la olvidáramos.

Mis bebés… todavía no podía creer todo lo que habían crecido, ya son mis pequeños hombrecitos. Y Damon, mi bebé. Lo habíamos logrado, tenemos un bebé juntos desde el inicio.

Pero ningún dolor se comparaba con haber perdido a mi abuelo. Estaba siendo como vivir todos los funerales a la vez, todas las pérdidas revividas de una sola vez en mi interior. Rose, mi abuelo, los bebés que perdí, yo misma, el reencuentro con mi madre y descubrir que seguía siendo una mierda de persona.

Y Freya. Maldita Freya. Sacudí la cabeza negada a pensar en ella después de todo lo que le había hecho, de todo lo que me había culpado sin ser yo culpable. Me parecía imposible de creer lo manipulada que estaba, ahora es tan obvio. Me dijo cosas horribles para tenerme en la palma de su mano. Y yo la dejé hacerlo.

—No vale la pena que sigas pensando en eso.

Giré frente al espejo hasta tener a Emmie de frente.

—Lo intento, pero no sale de mi cabeza. Yo…olvidé todo. Incluso como ser una persona razonable, ¿Herkus? ¿En serio? O sea, es un buen chico, pero… ¿En serio? Nunca me gustaron los buenos, soy la peor para elegir romances, siempre me voy por los malos.

Soltó una carcajada y le tiró un zapato.

—Yo también pensé eso, pero ¿Qué iba a decirte? Estabas muy mal.

Me puse el zapato y me planté frente al espejo grande.

—Terrible, la verdad. No sé cómo nadie me abofeteó.

—Lo sé. Todavía recuerdo cuando saliste con Edmund en la secundaria, ese sí que tenía problemitas en casa. Lo peor es que tenías a Eliott Garner babeando por ti, era el tipo más dulce del mundo y estaba buenísimo. Todavía sigue buenísimo, está triunfando en la NHL, mierda pudiste ser la mujer del hielo y te desviaste por un sin futuro.

—Ya sé, era una adolescente sin consciencia. Pero ahora ya elegí bien. Oye, me gustan estos.

—A mí no, quítatelos.

Me probé más zapatos blancos y cuando terminé de escoger unos caímos en el sofá junto a Damon que que está tomando su tercera siesta del día.

Nos quedamos en silencio y creí que estábamos imitándolo, hasta que Emmie me miró con los ojos llorosos y pasó su brazo sobre mis hombros.

—Me alegra que hayas vuelto.

—A mí me alegra volver —besó mi frente y se quitó las lágrimas rápidamente para ponerse de pie.

—¿Segura que no quieres que te acompañe?

—No, quiero hacerlo sola.

—Entonces, ya lárgate.

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora