Capítulo 7: Niños con preocupaciones de adultos

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Había vuelto de hacer las compras cuando vi a mis hijas maquillándose una a la otra con su maquillaje apto para niñas

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Había vuelto de hacer las compras cuando vi a mis hijas maquillándose una a la otra con su maquillaje apto para niñas. Les di un besito en la frente a las dos y dejé las bolsas sobre la mesa.

Teresa es la encargada de las compras de la casa, de asegurarse que nunca nos falte nada en el refri, pero a mí siempre me gustó hacer mis propias compras. Me gusta pasear por las góndolas y elegir mis productos.

—¿Cómo se portaron hoy?—pregunté a Selene, la niñera.

—Son angelitos— me aseguró desde el sillón donde estaba doblando la ropa limpia.

—Compré golosinas— las dos dejaron los maquillajes y vinieron corriendo a la mesa—. Elijan uno y lo demás se guarda.

Violett agarró una paleta y Megan caramelos. Teresa y Selene me ayudaron a llevar las bolsas a la cocina y dejé que las acomodaran en las alacenas después de convidarles dulces a ellas también.

—¿Llamó Aaron?

Negaron con la cabeza y volví con las niñas. Traté de comunicarme con él otra vez, pero solo recibí un mensaje avisándome que estaba en una reunión y no podía atender.

La puerta principal se abrió y el bochinche llegó. Los chicos vinieron corriendo, exaltados y energéticos. Phoebe, la niñera más joven, los llevó al parque.

Mateo venía pateando la pelota, Ethan brincando entusiasmado y Aedan tratando de seguirles el ritmo.

—¡Mami, mami, quiero ir a softball!— me dijo Ethan y siguió hasta el patio trasero sin dejarme responder.

—Bueno

Mateo dejó la pelota abajo de su brazo y brincó para chocarme los cinco antes de seguir a su hermano.

Aedan también vino, pero lucía más agotado que los otros dos. Me pidió levantarlo con las manitos y lo subí a mi cintura.

—¿Te divertiste con tus hermanos, amor?

—¡Chi! Pero ya siesta— apoyó su cabeza en mi hombro.

—¿Cómo estuvo Mateo?— interrogué a Phoebe.

—Bastante bien. No le gusta compartir su pelota con otros niños, pero Ethan lo convenció de jugar con la pelota de otros.

—¿Y lo hizo?

—No, tenían una vieja y un poco sucia, dijo que la suya era mejor, entonces tuvo que aceptar jugar con ellos.

—Es un progreso.

Todo pequeño cambio que haga Mateo en su actitud para con los demás siempre será un avance.

—Meg, ¿Vas a dormir la siesta tú también?

—Aún no— Violett le estaba poniendo sombras.

Subí solo con Aedan a mi habitación donde me quité las zapatillas y me mecí con él como un bebito. Le di besitos y le hice cosquillas cuando se me quedaba mirando. Phoebe subió con su biberón más tarde y se lo di mientras vi como sus ojitos ya empezaban a pesarle.

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora