Capítulo 6: A larga distancia

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Llevamos tres días sin que Aaron ronde por aquí y aunque los empleados ayudan mucho, no es lo mismo sin él

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Llevamos tres días sin que Aaron ronde por aquí y aunque los empleados ayudan mucho, no es lo mismo sin él. Su presencia es gratificante y notoria dentro de la casa y sin él todo aparenta ser un caos. Los primeros días fueron tortuosos solo porque a Mateo se le olvidó lo de protegerme y volvió a pedir que su papá regrese. No le gusta que esté lejos y ni llamándolo todo el tiempo podíamos convencerlo. Pero con los días pasó su llanto y pataleo para convertirse en enojo.

Los demás están bien. Hablan siempre con él y están ocupados con sus tareas y amiguitos que no tienen tiempo para pensar en nada más.

Estoy el menor tiempo posible fuera de casa y trato de entretenerlos todo el tiempo para que no lo extrañen más de lo necesario. Pero no puedo retrasar mi trabajo, tengo que editar, corregir y escribir y no puedo quedarme atrás.

Los días pasan y aquel viernes llego a la oficina y lo primero que me encuentro es a Lucinda alterada en la puerta.

—Buenos di…

—Buenos serán cuando la gente haga su trabajo correctamente y dejen la vagancia para la casa.

No es un buen día, empiezo a sospechar.

—Llegas quince minutos tarde.

Levanto la caja de lattes y cookies que pasé a comprar para desayunar juntas. Eso le baja tres cambios y vamos a mi oficina donde nos sentamos.

—Necesito que te encargues de los editores, dales una advertencia. Están retrasados y necesito los manuscritos corregidos lo antes posible. Se acerca la feria del libro y nosotros somos los anfitriones, tiene que salir todo perfecto, pero si estos holgazanes siguen sin hacer su trabajo a tiempo…

—Tranquila, Luce, les diré que se apuren.

—De acuerdo, te pasaré la lista de fechas de próximas publicaciones—se levanta de la silla, no lleva ni tres minutos sentada—. En cuanto Fred regrese de la luna de miel, necesito que se pongan al día con el escritor de Liverpool. Es beneficioso para nosotros que se nos una y a mí me cae fatal, así que no puedo hablar con él.

—Lo sé.

Salió de mi oficina como un torbellino y volvió a entrar en menos de dos segundos.

—Ah, y tu nuevo libro se publicará a fin de año. Felicidades.

Me dejó con la boca abierta. No puede tirar una bomba así como así. Hice un bailecito estúpido sobre mi silla y terminé dando brincos sobre mis tacones mientras le marqué a Emmie.

—¡Adivina qué!— grité en cuanto descolgó.

Te torciste el tobillo.

—No. Es algo bueno.

Conociste a Chris Martin.

—Ahora me pongo triste porque eso no es.

—¿Entonces?

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora