Capítulo 16: Moscas

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Carla y Sebastián se habían presentado en nuestra casa con la cena para nuestros hijos

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Carla y Sebastián se habían presentado en nuestra casa con la cena para nuestros hijos. Estaban sentados todos en nuestra mesa cuando llegamos, Aaron los echó cuanto antes, yo ni siquiera me esmeré en discutir con ellos.

Tiré las cajas de alitas de pollo que trajeron y reemplacé los platos con la cena que yo había comprado. Los niños apenas se dieron cuenta, solo comieron contentos y nos contaron de su día como si nada hubiera ocurrido.

Sin embargo, yo estuve tensa toda la cena. Me enervan esas personas que solo están para picotearnos.

—Tenemos que atacar—le dije Aaron cuando estuvimos solos en la cocina— ellos lo hacen todo el tiempo, nos intentan intimidar a diario. Es nuestro turno ahora.

—No es una guerra, cariño.

—Lo será si me siguen molestando —salí de la cocina enfurecida, pero me tuve que calmar cuando me topé de frente con las niñas.

—June, ¿Te podemos maquillar?

—Claro, a papi también le gustaría.

—¿A mí qué?— se quejó cuando salió de la cocina, pero no le quedó más opción que sentarse junto a mí en la alfombra de la sala de estar y dejar que nuestras niñas nos maquillaran.

Tuve que dejarlos cuando Aedan se quiso ir a dormir y cuando regresé de arropar a los niños, vi a Aaron con las alas de Violett y moños en su cabello.

—Di algo y duermes con los perros.

Cerré mi boca con una cremallera invisible, pero no pude evitar la risa. Cargué a Megan y él llevó a Violett hasta su habitación.

—Mami, ¿puede dormir Marco Antonio conmigo?

—¿Quién diablos es Marco Antonio?

—Mi perito.

—¿Le pusiste nombre ya?

—Al tío Fred se le ocurrió.

Le puse sus muñecos alrededor y le acomodé la almohada.

—¿Qué tal si le decimos Timmy?

—De acuerdo —besé su cabecita y me quedé con ella hasta que estuve semi dormida.

Aaron se quedó apoyado en la puerta mirándonos, cuando cerré la puerta cuidadosamente detrás de mí me rodeó la cintura con sus brazos.

—Sin guerra, ¿Bien?

—¿Ni una pequeñita? Déjame darles un golpecito. Chiquitito. Para ubicarlos de una vez.

—Puede traernos problemas.

—La invitaré a desayunar mañana. Charlaré con la víbora amablemente sin decir nada contraproducente.

—No y no te lo voy a repetir —su voz se tornó más seria y sonreí de costado.

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora