Capítulo 40: Momentos indicados

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Hanna me prestó un cepillo de dientes y cuando salí del baño todo estaba muy silencioso en el departamento

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Hanna me prestó un cepillo de dientes y cuando salí del baño todo estaba muy silencioso en el departamento. Hanna y Tyler estaban sentados por un lado y Aaron frente a la ventana de brazos cruzados y la mirada perdida.

—¿Arreglaron las cosas?— pregunté y Hanna se me acercó evitando la pregunta.

—¿Te sientes mejor?

—Si, tranquila, solo comí demasiado.

Entrecerró los ojos sin creerme y se volteó cuando Aaron se acercó.

—¿Estás bien?

—Si.

—Todavía estás pálida, llamaré al médico.

—No, en serio estoy bien y estaría mejor si ustedes dos no se trataran mal —ambos se quedaron en silencio—. Discúlpense.

—¿Y yo por qué? —habló Hanna casi ofendida —es él el que tiene que disculparse por su reacción de mierda. Me voy a casar y no tiene nada bueno para decirme.

—Tiene razón, Aaron.

Blanqueó los ojos y se alejó.

—No te vayas. Dime algo, cobarde.

—¿Cobarde yo? Por favor, Hanna —se rió con rabia—. Lo último que soy es cobarde.

—¿Por qué te crees tan superior a mí? ¿Es porque no pasé tanta mierda en mi vida como tú? ¿Tengo que sufrir y llorar todos los días para que tú me respetes? A Rose no le hiciste esta escena ridícula y ella se casó con tu mejor amigo.

—Es diferente.

—¡No! ¡No es diferente! ¡Soy tu hermana también!

—¡Ya sé! ¡Lo sé, mierda, lo sé! Ya sé que eres mi hermana, Hanna —gritó enfrentándola y pasando sus manos por su cabello, frustrado y ciertamente, desesperado —lo último que quiero es que sufras y que llores todos los días. Me moriría… yo…¿Acaso no lo ves?

—¿Ver qué?

Suspiró y bajó los brazos rendido, derrotado, con dolor en su mirar.

—Tienes la misma edad que Rose tenía cuando se comprometió.

Ahí estaba la razón de su malestar. Su dolor está concentrado en el recuerdo de la pérdida de la persona que amaba. El recuerdo de la felicidad que ella tenía antes que se fuera.

—Aaron, yo no soy Rose y no estoy enferma —trató de agarrar su mano, pero él dió un paso atrás.

—Déjalo, no tiene importancia. Es una estupidez —caminó a la salida —y esto sigue sin gustarme.

Salió disparado y su hermana me imploró por ayuda.

—Tranquila, hablaré con él. De todas formas, tienes que saber que lo que más quiere es que tú seas feliz —agarré sus manos—, te ama, eres su hermanita y solo quiere protegerte.

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora