Capítulo 48: Hoy es un buen día para morir

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—¿Cómo diablos se arma esto?—Fred lee las instrucciones unas cinco veces y aún así no entendemos cómo hacerlo

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—¿Cómo diablos se arma esto?—Fred lee las instrucciones unas cinco veces y aún así no entendemos cómo hacerlo.

—A ver, dame eso —Zander se lo quita de las manos y lee en voz alta—. Los tornillos F tiene que ir puestos en los orificio indicados con la letra correspondientes. ¿Dónde están los tornillos F?

—Los tengo aquí —levanto la bolsa.

—Bien. Una vez colocados, insertar el respaldo H ejerciendo la fuerza necesaria hasta escuchar el click.

Dejo los tornillos y pongo el respaldo dónde va mientras Fred sostiene la única parte de la cuna que logramos poner correctamente. Hago la presión y queda bien, pero falta la otra mitad de la cuna.

—¿No podías comprar una cuna más sencilla? La de Paz prácticamente vino armada de lo fácil que era.

—La de Paz está hecha de cartón prácticamente.

—¡Oye, no insultes, que yo no te insulté!

—No se desconcentren, señoritas —nos llamó Zander—. Sigamos con esto o nacerá y nosotros no terminamos esta cuna de mierda.

Me siento en la alfombra de un lado y Fred del otro mientras seguimos colocando partes y luego sacándolas porque las ponemos mal. Con Zander a cargo de las instrucciones se vuelve más sencillo y rápido; me doy cuenta que el problema siempre fue Fred que no sabe leer bien, el muy idiota.

—¿Y qué tal la chica del club? —preguntó sin disimulo, pero Zander lo ignoró y siguió leyendo —no me hagas la ley del silencio, bonita.

—Una vez colocada la estructura, poner los tornillos K para reforzar la estabilidad de la cuna.

—¿Tú sabes algo? —me pregunta y niego.

—No, no me ha dicho nada de la chica. Pero si ví la foto que subió a “mejores amigos”.

—Ah, si, la vi. Muy bonita, la verdad.

—Colocar los antideslizantes en las cuatro patas y comprobar la estabilidad de la maldita cuna —habló fuerte.

—Estoy casi seguro que no dice maldita.

—No sé de qué hablas, yo solo estoy leyendo esto. ¿Le supiste los antideslizantes?

—Estoy en eso. Mientras lo hago podríamos decirnos por lo menos su nombre, ni eso sabemos, ya ni amigos parecemos. Me siento abandonado.

—No te voy a decir su nombre, ni nada de ella hasta que no sea oficial —dijo tajante sin mirarnos y noté el porqué de eso. Me dió una mirada rápida y siguió leyendo como si nada, pero dejó en evidencia su inseguridad por introducir a nuestra vida a una nueva mujer.

Yo sé que no quiere reemplazar a mi hermana, pero él no sabe que no lo está haciendo. Es otra chica, tiene derecho a querer estar con ella y no por eso tiene que dejar atrás a Rose. Ni por él, ni por su hija.

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora