Capítulo 37: Una llamarada de fuego insoportable

6.6K 809 203
                                    

Dedicado a Cami. Bendita seas, preciosa.

Tengo que dar vuelta media casa para llegar a las escaleras laterales y no me da el tiempo cuando traigo a mis niños conmigo y unos pasos perturbadores siguiéndonos para nada apurados, solo está ahí, recorriendo la casa y yo aquí desesperada para ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tengo que dar vuelta media casa para llegar a las escaleras laterales y no me da el tiempo cuando traigo a mis niños conmigo y unos pasos perturbadores siguiéndonos para nada apurados, solo está ahí, recorriendo la casa y yo aquí desesperada para encontrar un lugar donde ponernos a salvo.

Me nublo varias veces con mil pensamientos cruzándome en la cabeza. Se me está incendiado la casa. Con mis hijos dentro. Y no puedo encontrar una salida rápida.

—June, aquí —Violett empuja las puertas de las escaleras del tercer piso en cuanto llegamos.

Ella ya está asustada, Mateo y Aedan ya están llorando y Ethan no deja de abrazarme con fuerza el cuello temblando.

Subo rápido hasta el ático, todo está organizado aquí, hasta las cajas que contienen las decoraciones de festividades están acomodadas. Localizo rápido el armario donde están los abrigos para la nieve y trajes de sky.

—Entremos aquí—los meto de a uno hasta el fondo del armario y busco mi teléfono rápidamente luego de cerrar la puerta y alejarme para que no me escuchen alterada. Marco enseguida a Aaron, responde al segundo tono.

Amor, ¿Estás bien?

—Se está incendiando la casa. El fuego está en tu oficina y…y…¿Cómo está Megan? ¿Está bien? El humo…

Ya, ya, calma. Estamos encerrados en el estudio, no tengo cobertura, estoy tratando de llamar a la seguridad, pero no conecta. Inténtalo tú.

—Aaron…— empiezo a hiperventilar, la garganta se me cierra de la desesperación y el miedo —hay alguien en la casa.

Si él está encerrado…

—¿Qué?

—Oí pasos…oí…creo que me escuchó correr.

No…no, no, no…—su voz tiembla y escucho un golpe y luego otro como si intentara abrir la puerta con desesperación —espera, ¿Si? Espérame, voy a abrir esto…esta mierda que no abre…¿Dónde… ¿Dónde estás?

—En el ático.

Traba la puerta, debe tener un seguro por dentro.

Enseguida reviso la puerta y lo encuentro rápido en la parte superior.

—Listo.

Bien. Voy a colgar y vas a llamar a la guardia y luego a la policía.

—No, no voy a colgar.

No vamos a tener una videollamada llamada con el 911, nena, colgaré y llamarás. Aquí estamos bien, ¿De acuerdo? No hay fuego de este lado, tampoco oí nada. Solo estamos encerrados.

Las lágrimas empezaban a deslizarse por mi cuello hasta mojarme la bata de dormir.

¿Me escuchaste, cariño?

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora