Los ocho meses son duros. Me siento tan pesada y con poca movilidad física que estoy a nada de parecer más una estatua que una persona.Ahora sí que tengo mi debido tamaño. Soy una verdadera bola y me cuesta apartar la mirada de la panza. Uso todo tipo de cremas para las estrías y celulitis para evitar que me queden luego del parto. Me está costando cada vez más, los dolores se intensifican y aunque me los aguanto, hay días en los que hasta ganas de llorar me dan. Además, de que estoy hipersensible y todo me saca lágrimas.
Lo más remoto de esa tarde en donde debo hacer uso exagerado de pañuelos, es ver a Aedan parado junto a la columna de medidas y ver qué ha crecido cinco centímetros de la última vez que lo medí.
—¿Estás triste, mami?
—No, mi príncipe, estoy feliz. Lloro de felicidad.
Le beso la cabeza y se va corriendo cuando su niñera lo llama para cambiarse, debe irse a la guardería y yo debería cambiarme o llegaré tarde a desayunar con mis amigas.
Bajo la ducha de agua caliente me relajo los músculos y froto mi columna con mis esponjas especiales. Se siente tan bien, pero no logro llegar a mis piernas y me arde la nariz al tener la conclusión de que no puedo depilarme. Es difícil no poder hacer nada, me vuelvo cada vez más inútil.
—¿Estás llorando?—escucho del otro lado de la puerta y me sobresalto
—No —me sueno la nariz bajo la ducha y abre la puerta para verme.
—¿Y ahora por qué lloras?
—Déjame tranquila —le doy la espalda y me tapo todas mis partes.
—¿Por qué es la crisis?
—Soy horrible.
Escucho su suspiro, la puerta cerrarse y luego abrir la mampara de cristal de la ducha.
—Dije que me dejes en paz. Quiero estar sola con mi fealdad.
Me giró empujando suavemente mi hombro hasta que me dejó frente a él, está ciertamente sonriendo de lado, bastante divertido. Imbécil.
—No me puedo depilar las piernas.
—¿Quieres que lo haga por ti?
—No, que asco.
—Por favor, como si no te hubiera visto hacerlo. Ven, siéntate en la tina.
—No, déjame. También me tengo que depilar la entrepierna, por eso no tenemos sexo hace siglos, porque no quieres entrar a la jungla.
Suelta una carcajada mientras me rodea con mi bata de baño.
—Claro, es por eso. No tiene nada que ver con que la obstetra nos haya prohibido las relaciones sexuales —su sarcasmo no me gustó y le di un golpe en el pecho que ni siquiera lo sintió. Soy tan débil.
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Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]
Teen FictionLIBRO 3- Trilogía COMPLICACIONES Todo parecía marchar con calma en la familia Larken Blair. Los problemas habían puesto pausa. Los conflictos pararon. La paz comenzó a reinar. Pero, si, siempre hay un pero. Estamos hablando de la familia Larken Blai...