Capítulo 5: El hilo rojo que nunca se corta

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Ya no sé qué hacer con Aaron

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Ya no sé qué hacer con Aaron. Me muero porque quiera tener algo conmigo, pero se nota cada vez más reacio a mi presencia. Antes lograba fingirlo mejor, pero últimamente pasamos tanto tiempo juntos que logro darme cuenta lo poco que disfruta tenerme cerca. Sé que cada vez que me ve, que nos acercamos un poco, recuerda todo el pasado y vuelve a echarme lejos.

Violett, Ethan y yo bailamos con Hanna la macarena. Se arma una buena coreografía con todos los que tengan ganas de unirse y es un buen momento disfrutable para todos. Echo un vistazo cada tanto atrás, inspeccionando el lugar por donde se fue Aaron para hacer dormir a nuestro mellizo esperando que regresen. Pero no lo hacen por un tiempo y también veo claramente cómo esta chica, que venga a saber Dios de dónde salió, se va por ese lugar.

Los celos me recorren la sangre y sé que no tengo derecho a tenerlos, pero ahí están, pidiéndome a gritos que corra y que aleje a toda vagina con necesidades de mi antiguo y futuro macho. Pero también está la última neurona viva en mi cuerpo avisándome que solo cometo errores y es mejor no seguir metiendo la pata.

—Si vas a seguir bailando como un pollo con pulgas, prefiero que sigas a Aaron—me dice Hanna y me hace reír—. Si quieres quedarte y disfrutar, te enseñaré unos pasos que traten de ser decentes para ti.

—Oye, tampoco hace falta insultar así. Soy buena bailarina.

—Y yo nadadora olímpica.

La empujo y se ríe. Acepto su propuesta de enseñarme a bailar mientras Violett y Ethan siguen su propia coreografía cuando la canción cambia. Lula y Olivia, la esposa de Jordan Blake, también se unen a la clase de baile y pasamos un buen rato disfrutando hasta que mi preocupación crece.

No sé por qué tarda tanto, solo tenía que dormirlo y traerlo a unas de las sillas para que duerma cerca de nosotros. Seguro esa mujer lo distrajo.

—Voy a buscar algo para tomar, ¿Quieren?

—¡Yo! Trae una buena ronda de tequila— chilla Olivia.

—¡Vamos todas!— Lula sale brincando y la siguen. Hanna se me ríe en la cara por el fracaso de mi plan de huida. Palmea mi hombro y tengo que seguirlas para no ser tan obvia.

Las ronda de chupitos empiezan y me controlo lo suficiente para que mis hijos no vean a su madre borracha, pero es que de mi cabeza no sale su padre y solo quiero beber hasta olvidarlo. Otra vez.

Solo tomo uno y vuelvo a mirar atrás.

—Pareces una acosadora. Ve a verlos y deja de hacer el ridículo —me regaña Hanna y se pide una botella.

No contesto, pero le hago caso. Sigo por el camino donde los vi la última vez y la música baja su volumen a medida que me alejo. La luz también y estoy atenta al suelo para no tropezar. Doy vuelta por todo el bufete y paso los baños sin rastro de ellos.

Me desespera no encontrarlos enseguida, quién sabe qué podrían estar haciendo y con quién. Me cruzo con varios invitados, pero ninguno que me interese.

Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora