Kevin me sigue de tan de cerca que hasta me dan ganas de salir corriendo para que se aloque un poco.
Aaron evidentemente les contó la situación al personal y ahora, no solo tengo a mi guardaespaldas cubriéndome, si no a los demás que cuando no están en servicio con sus protegidos, me siguen a mí.
Ya se me hace incómodo entrar a lugares con Kevin, ya que nadie más tiene un Kevin atrás, es peor con cuatro extras. Me muero de vergüenza entrando al restaurante donde me encuentro con mi papá y mi abuela. Los dos me miran extraños por el ejército que se sienta en la mesa de al lado. No son ni disimulados.
—Hola, papi. Hola, abu.
—Hola, supongo —la abuela me da la mano como gesto de cariño, ignora tanto como puede a los guardaespaldas.
Mi papá ni se molesta, los mira de arriba abajo cuál general mira a sus soldados.
—¿Qué es esta payasada? ¿Aaron ya se volvió completamente tóxico?
—No, solo los invité a tomar un café con nosotros.
—¿Y por eso se sentaron en la mesa de al lado y ni hola dijeron?
—Hola —le dice Kevin —un gusto verlo, señor Blair.
—Como sea —me observa—. ¿Qué está pasando?
—Nada, ¿Qué va a pasar?
—¿Además de que no me llamas hace seis meses? No sé, dímelo tú.
—Hablamos la semana pasada.
—¿Quién está haciendo cuentas aquí?
—Basta, hijo. La niña está bien, mírala, está hermosísima.
—Gracias, abuela.
Paso un buen rato con mi padre y mi abuela, que están en la ciudad solo por un día. Papá la trajo a controles médicos y aprovechan para visitarnos. Emmie desayunó con ellos y ahora almuerzan conmigo. Sé que no les dijo nada, porque se lo hice prometer. Además, papá me hubiera llamado al instante de saberlo y no lo hizo, así que no lo sabe.
Paseamos por el centro comercial, la abuela le compra obsequios a los niños y por la tarde me acompañan a buscarlos en la escuela. Cuando llegamos a casa, le muestro mi nuevo auto a mi papá y lo revisa de arriba abajo buscándole fallos, que al fin y al cabo no tiene, porque no tiene ni un solo uso.
—¿Y por qué no te deja conducir? Tú amas los autos.
Balbuceo tan notoriamente que saca la cabeza del motor para mirarme con una ceja enarcada.
—Ya no me gustan tanto los autos. Me estresan, prefiero que Kevin me lleve.
No sé lo traga ni un poco, pero la entrada de Aaron a la cochera me salva. Atraviesa todos sus autos hasta llegar a nosotros, me besa la mejilla y luego saluda a mi padre.
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Ni Que Fuera Por Nosotros [#3]
Teen FictionLIBRO 3- Trilogía COMPLICACIONES Todo parecía marchar con calma en la familia Larken Blair. Los problemas habían puesto pausa. Los conflictos pararon. La paz comenzó a reinar. Pero, si, siempre hay un pero. Estamos hablando de la familia Larken Blai...