Delirio

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Su investigación debe estar hecha para el viernes.

No iba a tener su investigación hecha para el viernes. No era de su gran interés una materia tan ridícula como la física. No le importaba. Lo que sí iba a tener hecho ya, sería su próximo asesinato.

—Apunten rápido las diapositivas si no quieren perder un punto en la materia.

Su profesor de física podía dar la peor clase jamás dada.
  Sus temas eran incomprensibles, y no parecía que nadie les entendiera.
  O, quizá, era el nulo interés de Hirving, no sólo de la física sino que de la escuela en general, que, hacia que esa clase pareciera tonta.

Aún así, su parte favorita de la clase era cuando tocaba anotar cada palabra de las diapositivas en su libreta.

Tanto era su gusto por escribir que ya desde antes tenía los bolígrafos —de diferentes colores para diferenciar cada tema— y lápices listos.

Terminaba antes que cualquier alumno, era rápido en ello y almacenaba la información, pero como esta no era de su interés, la dejaba guardada en alguna parte.

No era necesario de cualquier manera. Casi ir al instituto era un pérdida de tiempo, porque, de cualquier manera, heredará la empresa de su padre, de la cual nisiquiera tiene interés, al menos no por ahora. Crecerá el interés en su debido momento.

Permanece estudiando por su madre. Quien mucho antes de morir, le advirtió que debía continuar con sus estudios aunque creyera la vida fácil por tener tanta riqueza a su favor.

La extrañaba.

Terminó la cuarta diapositiva, que iba de el funcionamiento de los átomos y moléculas o algo así, no le importaba, al menos, no por ahora, lo haría cuando fuese necesario.
El profesor se entretuvo con algún idiota que interrumpió la clase.

Así pues se tomó el tiempo de tronarse los huesos de las manos y muñecas, relajó los músculos de su cuerpo y se estiró un poco, suspiró al sentir cómo el estrés se transformaba en paz.

Una paz momentánea. Giró su cabeza, encontrándose a Raúl, con la mirada fija en las diapositivas, con los codos sobre la mesa y recargando en mentón en sus manos, se mordía el labio inferior.
  Hirving llegó hasta sus piernas, una de ellas se movía impacientemente, golpeando el suelo con el talón.

Estaba ansioso.

Hirving, era sincero, quizá lo era demasiado, pero él lo consideraba más virtud que otra cosa.

Entonces, sinceramente, Hirving sí consideraba a Raúl como guapo. Vamos, que era perfecto para Kevin.

Quizá llegó como un pobre becado al colegio, pero era inteligente, mantenía sus notas sobresalientes, no había ni una sola materia en la que sacara menos de 10. Estaba en el equipo de fútbol y era buenísimo, ahora con dos delanteros menos, ya no tenía por qué pelearse el puesto por Santiago o Henry.

  Enérgico, amable..., por ello llamaba tanto la atención de Kevin.

¡Se lo iba a quitar!

¡Y no se lo iba a permitir!

Sus celos lo cegaban, iba a cometer una fuerte equivocación, una tontería como la que hizo con Brian y ahora le está costando mantenerse fuera de los sospechosos.

Estaba equivocado.

Pero su "amor" por ése chico era más que nada.

La tentativa de asesinarlo no estaba muy lejos de la realidad.

—Te odio —soltó como chiquillo repulsivo, con el bolígrafo a punto de quebrarse por dentro de su mano.
—¿Dijiste algo? —Raúl tardó en prestarle atención, pero lo hizo.
—No. Nada.

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora