Tras la máscara

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Regresaste! No creí verte en mucho tiempo -abrazó a su mejor amigo de toda la vida sin detener sus risas.

Luis le sonrió amigable, como siempre lo hizo antes de que se tuvieran que separar, todo por asuntos del trabajo.

Lo agarró de la cintura y lo cargó unos segundos en el aire, antes de bajarlo y volver a abrazarlo, había esperado el momento con ansias.

La última vez que Kevin recibió noticias acerca de Luis fue gracias a Erick.
Pero eso ya no importaba, Luis estaba de vuelta, creyó que ese era de los mejores días de su vida, pensaba que estaba teniendo el mejor sueño posible.

-Creciste más desde la última vez que te vi -bromeó Kevin, que recordaba a su mejor amigo menos alto.

Luis cambió mucho desde que se fue, seguía siendo igual de delgado como lo fue siempre, con la única diferencia de que tenia más músculo y vestía mejor, con ropa que desde lejos se veía que era cara y sofisticada, lo que anunciaba a todas luces que el negocio de sus padres allá en Miami no iba nada mal.

-Te extrañé bastante, Kevin, no te imaginas cuánto me morí de la emoción al saber que vendría a verte por fin y después de tanto. Durante el camino estaba pensando qué cosas podría decirte, ¡tengo mucho que contarte sobre estos últimos dos años!

-No cambiaste mucho, sigues siendo igual que antes -recordó nostálgico Kevin.-. Cuéntame todo lo que sea, quiero escucharte porque aún no me creo que estés de vuelta, aquí conmigo.

Luis le sonrió encantador, ahora girando la cabeza en todas direcciones, buscando al resto de sus amigos que igual tuvo que dejar atrás.

-¿Y dónde están los demás?
-Acompáñame -Kevin le extendió la mano y Luis la tomó sin dudar.-. Deben estar por ahí, de hecho yo también los estoy buscando.
-Muero por verlos, ¿el grupo sigue unido, cierto?

Kevin se detuvo. Luis también se detuvo extrañado, de pronto la sonrisa de Kevin se esfumó sin razón. Luis se asustó. ¿Acaso dijo algo que a Kevin no le gustó? ¿Tan rápido ya estaba echando a perder todo?

-Hay algo que debo contarte antes -dijo Kevin, evitando mirar a los ojos a Luis.















-César me llamó ayer. Ya salió del hospital, solo tiene que reposar en su casa una semana más y ya volverá -comentó Uriel emocionado a Hirving, esperando con ansias que sus otros amigos llegaran para contarles.

-Que bueno, me alegra -sonrió hipócrita y desinteresado.

Hirving no mostró mucho interés, fingió una sonrisa y alivio, cómo estaba acostumbrado a hacer con noticias que no eran de su mínimo interés.
Hubiera preferido que la noticia tratara de que César murió por pérdida de sangre, pero para su mala suerte aún vivía.

Llevaba unas semanas sin derramar sangre y arrebatar vidas a inocentes, y algo dentro de él no se lo pedía; se lo exigía, por supuesto que su rencor y enojo ya tenían a varios candidatos en la mira, de los cuales sólo estaba esperando el mínimo punto de debilidad y guardia baja para aparecer en escena y ser la última persona presente en los últimos momentos de vida de pobres idiotas que el único error que cometieron fue nacer.

Se preguntaba si ese sentimiento tan inefable no era propio de él. Quizá no era el único que llegaba a esos casos extremos por querer sentir algo tan inexplicable.

-Uriel, ¿puedo hacerte una pregunta? -consultó Hirving curioso.
-Ya me estás haciendo una -rió.
-Hablo en serio -lo miró mal.
-Dime -Uriel, no muy interesado, se recargó en su asiento.

Hirving rebusco bien en su cabeza la pregunta que quería formular y se concentró entre tantos murmullos y parloteo proveniente de su mismo salón y el de al lado.
Pronto, su concentración lo hizo inmune ante cualquier sonido molesto que fueran a hacer los demás a su alrededor.

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora