Kevin

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La puerta fue tocada con mayor insistencia.

—¡Escóndete debajo de la cama!

César empujó a Uriel y éste se agachó para meterse debajo de la cama. El corazón de ambos les latía con fuerza. ¿Los habían descubierto?

Volvieron a tocar la puerta de su habitación. César se sobresaltó, casi le daba un infarto ahí mismo. <<Esto me pasa por andar de rebelde.>>

—¡Ya voy!

César agarró cualquier short que encontró tirado por ahí y se lo puso, bastante nervioso ya.
¿En qué momento Uriel le había quitado el pantalón? Mientras, se iba acercando a la puerta.

Cuando la abrió, su padre estaba ahí afuera, pero no se veía enfadado ni nada. <<¿Nos habrá escuchado?>> la ansiedad estaba al mil en César.

—¿Estabas dormido? —cuestionó.
—Ah, sí. ¿Qué pasa? ¿Es la policía otra vez?
—No. Es uno de tus amigos, Hirving. Llegó para verte.

Eso sí que lo dejó desconcertado. ¿Hirving? De su grupo, era el menos cercano, pero no significaba que no se intercambiaran mensajes todos los días.

—Oh, ya veo. Dile que ahorita bajo a atenderlo.

Su padre sólo asintió y cerró la puerta de la habitación antes de marcharse.

César soltó un resoplido y se deslizó por la puerta, riendo por la adrenalina del momento. Juraba que el corazón se le iba a escapar del pecho en algún momento.

Uriel salió de debajo de la cama, sonriéndole.
—Deberías limpiar ahí abajo —sugirió —. Ahí abajo parece un túnel del tiempo. En serio.

César rió. Se incorporó con ayuda de Uriel (ahora, novio). Lo abrazó, desahogando toda la adrenalina retenida.

—¿Cómo que Hirving llegó a verte? —lo besó en el cuello, celoso. —. Espero que no andes de volado con él, eh. Ya eres mi novio. Mi novedad de hace... eh... diez minutos.
—¿Cómo crees? —rió César—. Todos sabemos de quién está enamorado él.

Uriel continuó besando su rostro, evitando lo mejor posible que César fuera a atender a su invitado.

—Te ves tan sexy, así, sumiso para mí.
César no hizo más que sonrojarse. Duraron un momento más así hasta que Uriel se detuvo. Aunque quisiera, no podría estar ahí más tiempo.

—Te haría mío aquí mismo con el peligro de que nos encontrara tu padre, pero ya debo irme.

César le sacó la lengua. Uriel fue hasta la ventana, pero antes de deslizarse por el árbol, se giró para despedirse.

—Me llamas después, se que no estás bien por lo que ocurrió anoche. Te quiero, César. Ya nos vemos.
Aquello lo hizo sonrojarse. Sonrió apenado, y muy enamorado.
—Sí, Uriel... también te quiero.

Uriel le sonrió una última vez antes de brincar el balcón y deslizarse por el árbol. César desde ahí arriba, pudo oír un fuerte golpe. Corrió a asomarse, sólo para ver a Uriel marcharse con una sonrisa.











Se colocó prendas más decentes y se peinó un poco, en menos de cinco minutos, antes de bajar a la sala para ver a Hirving y atenderlo.

Pensó que su visita se debía a que se había enterado de lo sucedido la noche anterior y había ido a verlo. Después de todo, eso hacían cuando algo así pasaba entre amigos.

<<Pero él no suele salir de casa.>> quizá se había preocupado de más.

Bajó y Hirving estaba en la sala, sentado, con algunos cuadernos y libros en las manos. Parecía algo intranquilo, moviendo y moviendo una pierna de forma ansiosa.

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora