No todos se salvan

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Su padre no había llegado aún a la sala del hospital.

Estaba abandonado bajo las luces parpadeantes de la pared del hospital, con el corazón apenas latiendole con normalidad.

Esas personas a las que les pidió ayuda en la gasolinera cercana fueron amables de llevarlos al hospital más cercano y llamaron a la policía más tarde.

Sus heridas fueron curadas de inmediato, al final solo había recibido golpes de menor daño para Luis Ángel.
Por otro lado, César estaba consciente y en un buen estado, aunque con pérdida de sangre, pero eso ya se resolvería.

El padre y hermano de César ya estaban ahí, en el hospital, con su hijo. Pero en cambio, el padre de Ángel todavía no llegaba, a casi una hora de que el hospital se había comunicado con ambos padres.

El padre de César le había agradecido por haberle ayudado a su hijo y no haberlo dejado tirado. Ya que, no cualquiera se hubiera detenido a ayudarlo. Cualquiera hubiera escapado para su propio bienestar.

La experiencia cercana a la muerte no lo dejó dormir y no podía retirarse del hospital hasta que no llegara su padre a recogerlo. Entonces, estaba ahí sentado en la sala de espera, con un dolor de cabeza de pesadilla.

Tenía la mirada perdida y no escuchaba nada a su alrededor. Su mente proyectaba sus gritos y los de su amigo cada que trataba de cerrar los ojos y al menos, dormir un poco.

<<Hubiera dejado que me matara. De todas formas, mi vida está apunto de transformarse en algo que no quiero.>>pensó amargamente, mirándose las manos.
Tenía una mano quebrada después de haber caído al piso tantas veces y apoyar todo su peso en ella.

-¡Luis Ángel!

Ante el llamado apenas reaccionó cuando su hermano lo abrazó y su padre se acercó.

-¡Hermano, que bueno que estás vivo! -la sonrisa sincera de su hermano no le proyectó nada de alegría a Ángel.
-Déjame verlo -su padre le tomó el rostro.

Ángel se dejó tocar y revisar. Seguía con la mirada perdida. Su susto era tan grande que no era capaz de pensar en otra cosa... más que en la mirada de ése hombre que casi lo mata.

Pese a tener una máscara que le cubría toda la cara, pudo apreciar sus ojos vacíos.
Parecían los de un demonio.
Los de un ser que no parecía humano. Eran los ojos de alguien a quien le había sido arrebatada la bondad desde muy temprano.

-Menos mal que sólo son daños pequeños. No sé qué hubiera dicho tu esposo si le comentaba sobre esto...
-¿Qué? -reaccionó ante esas palabras -. ¿Qué dijiste?

Hubo un silencio prolongado que Ángel no iba a soportar. ¿Acaso estaba sordo, o había escuchado perfectamente bien?

-Vas a casarte en un mes, Ángel... cuando te fuiste recibí la llamada.

















-¿¡Cómo es posible que se te hayan escapado!? -se regañó -. ¡¡Ya los tenías, ya los tenías!!

Más que por Kevin, esta vez fue por gusto, sin embargo, no quitaba que estuviera furioso por sus errores. Su gusto le había durado muy poco.

Ya los tenía entre las manos y los dejó ir. Para la próxima no fallaría. Tenía que matarlos a todos sí o sí. Rastrear a César fue todo un problema y sobre todo seguirles el paso, para que al final no resultara...

Tenía ganas de desquitarse. Bajó al sótano y entonces azotó la puerta del sótano. Bajó enojado pero se calmó cuando vio a Raúl dormir tranquilo.

Por alguna razón se vio a sí mismo de pequeño, tratando de dormir con tantos gritos y discusiones que solo hacían que al día siguiente se hallara con el rostro con ojeras.

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora