Día de la ma-sacre

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Arrastró el cuerpo sin vida de Sebastian por la calle y lo metió a una bolsa negra enorme.

Antes, no tenía muy en claro si de verdad quería deshacerse de Sebastian pero lo vio cómo lo más coherente.

Investigarlo sólo lo hizo enterarse de que estaba investigando las muertes junto con otros alumnos de la escuela.

Si no quería ser descubierto debía actuar. Sebastian quedaría cómo un nuevo desaparecido más.

Quizás era mala idea ya que, que un alumno que investigaba sobre los casos resultara desaparecido haría que los demás no se detuvieran, que en cambio siguieran y con más ganas sus investigaciones.

La situación era que Sebastian ya estaba muerto, y no había de otra.

Le encantó el cómo éste suplicó por ayuda antes de ya no poder decir nada más. Se sintió tan bien matarlo, cómo si eso fuera algo para desquitarse.







Esa mañana era un día especial.

Se tuvo que presentar en la escuela pese al día. No importaba en realidad, porque no tenía por qué festejar el día.

Observar a los demás reír y hablar de sus madres tan felices y con una sonrisa le daba algo de tristeza.

Tener el día casi libre —por que sólo tendrían dos clases—, no era motivo suficiente para que Hirving se encontrara medianamente feliz.

Odiaba saber que la mayoría de los que estaban pegados a Kevin cómo chicles tenían madre... y él no.

Era injusto. Durante toda la clase la única imagen que se le venía a la cabeza era la de su madre, muerta en la sala.

La sangre en las paredes y en el piso... sus cortadas. No pudo ni despedirse de ella.

—¡Hirving te estoy hablando! —gritó Javier.
Hirving se sobresaltó por el grito tan estridente.
—¿Qué?
—Qué que le vas a dar a tu mamá —repitió mirándolo fijamente.

Se hubiera enojado si Javier lo hubiera preguntado sabiendo que su madre no estaba con vida. En realidad el único que tenía conocimiento sobre aquello era Uriel.

Quien contestó por Hirving.
—Hirving perdió a su madre, Javier —explicó tranquilo.
—¡Lo siento!
—No importa —negó Hirving continuando con lo suyo.—. No lo sabían.




Triste y decaído, caminó por los pasillos de la escuela, sin un rumbo fijo, solo iba andando por ahí, tratando de olvidar que su madre ya no estaba, cosa que era  imposible con tanto alumno felicitando a sus madres.

Extrañaba a su madre. Y, ¿quién no lo haría? Si una madre es la que pare y cría a su hijo.

Desde que ella se fue su padre Rafael tuvo que hacer un esfuerzo extra por mantener el empleo, lo que ocasionó que Kevin estuviera solo la mayor parte del tiempo.

A veces se preguntaba qué hubiera sucedido si su madre no moría, pero el hubiera no existe y era un hecho.

Iba triste y sin consuelo por el pasillo cuando vio a Hirving en la misma banca que el otro día, sentado, parecía igual de triste que él; con la cabeza apoyada en las manos y mirando a la nada, sin compañía aparente.

Kevin se acercó. La necesidad de saber cómo estaba y qué le pasaba se hicieron presentes. Era ya una costumbre de él, y de hecho era una de las tantas razones por las cuales tenía a tantos amigos.

Hirving parecía extraño, solitario la mayoría del tiempo y si estaba acompañado era de Uriel.

No recuerda bien la primera vez que se hablaron, no obstante quisiera acercarse aún así para ver si puede ayudar. Ayudar a otros también le hace sentir mejor, así que podía aprovechar.

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora