Álvaro

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—¡Espere un momento!

Se abrió paso entre los alumnos. Con suerte, consiguió que Hirving lo escuchara y le prestara atención.

Él se giró para verlo de arriba a abajo, con cierto desdén.
  ¿Qué hacía Álvaro hablándole? ¿No estaba más ocupado acaso fingiendo ser policía?

—Álvaro —murmuró.

Los dos se quedaron quietos, con una distancia algo larga entre ambos. Álvaro lo miraba seriamente, cómo miraba a todos para hacerlos intimidar.

A Hirving no le asustaba, ni le preocupaba que estuvieran frente a frente.

Seguía enojado por lo que vio en el patio principal del instituto, así que ya nada de su alrededor le importaba mucho.

—Hirving Guardado, ¿correcto? Necesito hacerte unas preguntas..., si no es mucha molestia.
—¿Sobre qué? —respondió seco.
—No tengo idea si tú sabías sobre esto, pero en el caso de los asesinatos de los 90's, tu padre fue uno de los principales sospechosos.
—Eso sí lo sé —respondió frío —. Un momento, ¿crees que yo soy el culpable de los asesinatos por el pasado de mi padre?

Álvaro negó con la cabeza. Hirving hablaba con un tono serio y frío, parecido al que él usaba, pero éste era raro.

Su comportamiento hacía que Álvaro sospechara más de él. Frío y serio, casi parecía que era él. ¿Tendría al asesino en frente y no lo sabía?

—No, pero...
—Quieres información de mi padre —
Rió sarcástico —. Escucha, él luchó por mantener su reputación, después de que tú padre lo culpara de asesinatos que no cometió. Él no hizo nada.

Él tampoco sabía mucho sobre el caso de hace años, sin embargo defendería a capa y espada a su querido padre.

Su padre quizás lo hizo, o no... no estaba seguro, pero de su padre nadie hablaba así. Hirving lo defendería siempre.
  Eso lo molestaba hasta ese momento. Por eso desde un principio nadie quería ser su amigo antes.

Porque "era el hijo de un asesino". Y ahora él lo era. Ya era otra historia.

—Siento lo de hace años, pero a decir verdad, sí sospecho de ti —se sinceró Álvaro.
  Qué directo.
—¿Por qué? ¿Por lo de mi padre? Eso es ridículo.
—Hay otras razones —se explicó.
—Pues yo no he matado a nadie —Hirving se encogió de hombros y se dio la vuelta.

Escuchó uno que otro llamado detrás suya, pero no se detuvo para confrontarlo. ¿Qué se creía ése imbécil?

No estaba de humor tampoco para escucharlo hablar sobre nada. Quería estar solo.

Estaba cerca de bescubrirlo. Tendría que hacer algo al respecto, porque si seguía investigando quizás lo encontrarían culpable.

—Qué imbécil...








Estaba pasando por la solitaria parte trasera de la escuela cuando se encontró con que no estaba tan solo.

Adelante vio a sus víctimas perfectas del día. El rencor y enojo seguían presentes en él, y quizá la única manera de quitárselos de encima era hacer algo al respecto.

Raúl había entrado a uno de los tantos cuartos dónde se guardaban las cosas. Un almacén. Uno oscuro y tétrico, a decir verdad, de esos con telarañas en las esquinas y quizá ratas.

Esa voz no paraba de molestarlo incluso estando acompañado, escapó de entre todos sus amigos, esperando que también su extraño dolor de cabeza ya acabara.

Luis Ángel lo había seguido hasta ahí. No se tragó esa excusa que dio Raúl para largarse.
  Por supuesto, de nuevo ponía la seguridad de los demás antes que la propia.

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora