Secuestro

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-Raro. Pudiste haberlo ignorado. Pudiste haber gritado y ya, pero no fue así. Corriste el riesgo y te lanzaste hacia mí con la intención de salvarme.

Kevin sonrió tímidamente, sintiéndose halagado por tales palabras que le estaba dedicando Hirving, y que con tanta alegría estaba recibiendo.

-Debía salvarte la vida, ¿cómo crees que iba a dejarte morir? -rió tocándole suavemente del hombro.

Tal toque provocó que Hirving se pusiera tan nervioso que comenzó a temblar cómo si de algo tan importante se tratase. El olor le llegaba con fuerza; cómo si en ése momento hubieran más flores y rosas cerca.

Se detuvo una mano con la otra para tratar de que su nerviosismo se notara lo menos posible.

Hirving se encogió de hombros y no dijo nada más. Recordar la forma en que Kevin le salvó la vida era muy especial ahora.

-Para siempre te lo voy a agradecer.









La pequeña charla que tuvo con Kevin fue suficiente para tenerlo sonriendo cómo bobo durante todo el día.

En ese caso, Uriel no dejó de molestar y de decirle lo muy enamorado que debía estar -cosa que era demasiado obvia, pero para otros, no-. Y con ello no dejó de molestar hasta que fue la hora de salir de clases.

Los papeles se habían intercambiando entre los amigos y ahora quien portaba la sonrisa y radiante felicidad, era Hirving. Uriel, por otro lado, era quién parecía sombrio ahora, llevaba su sonrisa pero no era una que fuera muy feliz y sincera.

Seguía pensando en lo que Huerta le había dicho. Quizá era buena idea meterse al grupo de Álvaro y ayudar en algo por primera vez. Lo haría sentirse menos inútil.

-¿Sigues triste por lo de César? Vamos, Uriel, solo le hablaste así por una ocasión. No volverá a ocurrir, ¿o sí?
-No. Pero él me gusta, y supongo que con eso lo eché a perder.
Hirving llevó su brazo al hombro de Uriel.
-No seas tan exagerado -exclamó el exagerado -, se nota a todas luces que él también te quiere.
Uriel miró con los ojos brillosos e ilusionados a su amigo, cómo si lo que le acaba de decir fuera una gran noticia.
-¿De verdad?
-¿Yo cuándo he mentido?

Siguió caminando feliz de haber hecho sonreír a su amigo. Por mientras, pensó:

<<Seguro que te quiere. Si no, fácil; consigues cuerdas, cinta, cadenas, quizá algo de valentía y lo secuestras. Así, nadie más podrá quitártelo.>>

Luego se enderezó para mirar por un lado de Uriel. Raúl seguía viéndose tan inofensivo y fácil de deshacerse. Sonrió antes de pegarle a Uriel a modo de juego.

-Nos vemos el viernes, Brujo -se despidió usando los apodos que ellos mismos se habían puesto.
-Nos vemos, mi Chucky.

Hizo cómo que no vió a Raúl y pasó de largo.

-¡Nos vemos, mi Lobo! -oyó a Uriel despedirse de Raúl detrás suya.

-Por última vez -murmuró Hirving.








Al llegar a casa, notó que dos maletas ya estaban hechas, y descansaban cerca de la puerta principal de la casa.

La desilusión se hizo presente en Hirving, que cómo buen hijo, volteó a ver a su padre con los ojos ya llorosos.

-¿Ya te vas?
-Mañana -respondió Andrés -. En cuanto te deje en la escuela, iré al aeropuerto.

Las lágrimas se hicieron presentes. Rápidamente, abrazó a su padre y lo apretó. Apenas y había llegado, no quería que se fuera.

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora