Perdedores

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Jueves aburrido de clases, con el salón medio vacío, que para rematar, el profesor de literatura no había asistido ese día.

En realidad, las tres primeras horas de clase las tuvieron que dar suplentes, pues la mayoría de docentes faltaron ese día.

Sus amigos hablaban entre ellos y cómo era costumbre, Hirving, con la boca cerrada, hacía cualquier cosa.
Tampoco es que tuviera ganas de hablar.
Uriel estaba más ocupado con su novio César, Cristiano y Raúl habían salido del salón, Javier y Carlos charlaban tranquilos sobre algo relacionado con la escuela. Cosas que no le interesaban, en resumen.

Era divertido ver que todos se hacían llamar amigos cuando no notaban los problemas de cada uno a su alrededor. Nadie notó que Carlos estaba tratando de evitar hablar con Raúl, por ejemplo. En sí el grupo permanecía unido casi por obligación. ¿De qué? Quizá con lo ocurrido los últimos meses. Ah, lo bueno es que nadie estaba enterado de que Hirving era el responsable. Todavía.

<<Mátalos. Amigos no necesitas.>>le había dicho su padre, pero no estaba seguro si de obedecer.
Eran sus amigos.
A lo mejor no estaba todo el tiempo unido a ellos pero fueron quienes se acercaron a él cuando casi todos lo dejaron de lado por su pasado, del cual sigue decepcionado y tiene bastante en que preguntarse al respecto, pero a decidido que no va a romperse la cabeza dentro del instituto. Necesita distraerse, ya no puede darle más vueltas al asunto, o llorará.

Puede seguir odiando tanto a Raúl cómo a César por haber huido de sus garras, sin embargo, deberá aguantar tener que verlos cada día de la semana, porque no puede levantar sospechosas. O eso dijo su padre, que por eso insiste en matarlos.

Prefiere molestar a sus amigos armando tensión entre todos. Es divertido ver cómo cada día se esfuerzan por mantener una supuesta amistad que ya está más que muerta. Su padre tenía razón; cuando la gente es ilusa es más fácil de manipular, consigues lo que quieres y nadie podrá quejarse porque ellos mismos cedieron.

<<¡Eso no importa, tengo ganas de atrapar a ese inútil, cortarle un mechón de pelo, quemarlo vivo, y regalarle el cabello a Uriel. Así tendrá algo de su amado César y dejaré de enfadarme cada que lo veo!>>

-Oye, Hirving, ¿por qué no hablas con nosotros? -llamó su atención César, quien para acabar de llenarlo de más ira, lo tocó con suavidad en el hombro.

-Lo siento -prestó atención a sus amigos finalmente, aguantando unas ganas inimaginables de sacar la navaja de su mochila y asesinar ahí mismo a César frente a todos.
<<Deja de pensar que asesinas a medio mundo. Necesitas ayuda urgente.>>

-Hoy que Cris y yo fuimos a la oficina del director -contó Javier-, escuchamos por ahí que le van a hacer un homenaje a los fallecidos en una semana o dos.
-¿Cómo lo hicieron con Santiago y Henry? -recordó Carlos, quien después se tensó al recordar la muerte de Brian en ese momento.
-Sí -afirmó Javier con seguridad-. Cómo hace tiempo que las alertas han disminuido, pues porque nadie ha muerto hasta ahora, van a hacer el homenaje. Creo que van a traer a los padres de los que murieron para un discurso o algo así escuchamos Cris y yo -se tomó un segundo para recordar y luego continuó-. Álvaro estará a cargo del asunto. Creo que van a usar a Raúl también para el discurso.
-Los profes no han dicho nada sobre eso, ¿verdad? -curoseó Uriel.
-No -negó Javier-. Yo prefiero que no hagan ese evento... siento que nos estamos arriesgando con lo que pasó la vez pasada, además puede ser incómodo para los que tuvieron que vivir eso. Lo siento, César -concluyó Javier negando con la cabeza.

Uriel acarició la mejilla de César cómo consuelo. Él no dijo nada, fingió una sonrisa y aceptó la caricia. Buscó su mano libre y la entrelazó con la suya, casi desesperado.

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora