De lo mejor.¿Varios cubiertos y platos en la mesa?
Tiempo atrás eso solía suceder. Rezaban, tomados de las manos en familia.
Generalmente, eso sucedía cuando Kevin apenas iba por su octavo cumpleaños.
Cenaban después del entrenamiento de fútbol de Kevin. Y hablaban de ello por horas hasta que el sueño les hacía recordar que el mañana existía.La pérdida de su madre obligó tanto a Rafael cómo a Kevin a separarse. Por lo tanto, se veían cada que tenían la oportunidad.
Apenas Kevin alcanzaba a despedirse de su padre antes de que tuviera que marcharse, otra vez. Lo que sucedía casi todo el tiempo.
Sin embargo, tales faltas de atención y comunicación no eran un impedimento o excusa para que Rafael no recordara a su hijo.
Nunca faltó a sus partidos. La silla en el auditorio nunca estuvo vacía cuando les tocaba hacer una obra de teatro. La gran fiesta y el pastel, además de su presencia, nunca hicieron falta.
Nada le hacía falta a Kevin. Tenía dinero de sobra. Un hogar. Un padre. Unos amigos. Nada le hacía falta, ¿verdad?
Satisfacción, era lo que había en los ojos iluminados de Kevin. Extrañaba a su padre.
—¡Papi! —Gritaba de pequeño cuando tenía tiempo sin verlo.
Entonces, años después, aunque ya no gritaba y lo abrazaba, sus ojos se iluminaban, su sonrisa se transformaba, y sus abrazos ahora, ya eran más cálidos y afectivos.
Rafael llamó la atención de su hijo.
—Kevin, ¿te parece bien si mañana faltas a la escuela, y pasamos tiempo juntos? Extraño las salidas de los Marquez.
El muchacho observó a su padre con ilusión.
—. Sé que mantienes tu buen promedio. Una falta no te hará daño.
—¡No está mal! —respondió —Sí quiero.Amaba a su padre. No por nada, hasta ahora, mantenía el sueño de querer ser cómo él.
Con un enfado de infierno en su mirar, aventó el cubierto que traía en la mano, con tanto odio como el que les tenía a esos estorbos que iban detrás de Kevin.
El reloj marcaba las 8:50, Hirving estaba sentado en la mesa, con pérdida de apetito y en su lugar, un montón de ira creciendo en él.
Detestaba el silencio.
Por que su casa lo estaba desde siempre.
Y, entonces, si no era silencio, era el ruido de un Hirving de menor edad jugando con sus carros de juguete a atropellar personas.Era el de su perrito ladrando y jugando, que al final acabó atropellado. O eso le dijo su padre. Sabe perfectamente que él lo mató.
Si no era ninguno de los anteriores, era el de sus padres gritándose, peleando, restando importancia a Hirving, a su hijo, el cual, se encerraba en su habitación y se escondía en el closet.
Odiaría el silencio para siempre.
Lo odia, tanto, porque, el silencio más grande de su patética vida, fue cuando, en la sala, luego de seguir el rastro de un extraño líquido rojo espeso, que hacía camino parecido al de un río, halló la razón de tan peculiar líquido. No hay otro silencio tan parecido cómo ése que hizo, cuando halló a su madre en la sala...
Abandonó la mesa, para buscar un recipiente donde guardar la comida que había dejado. Alimento que, muy probablemente, se quedaría guardado, como las otras sobras que siguen guardadas ahí. Por que, ¿porqué tendría hambre? Si no había nadie con quién disfrutar.
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Letal Love (Kerving)
FanfictionUn intento de suicidio lleva a Hirving a conocer a Kevin, un muchacho estudioso y alegre de su instituto. Es entonces, cuando se enamora de él y no podrá permitir que alguien más se lo arrebate. Por lo que, entonces, decide asesinar a todo aquel que...