Muy cerca, mi amor

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-Hirving, cariño, ¿emocionado por lo de mañana? -su padre preguntó con tranquilidad.

Cuando Hirving le contó sobre aquel muchachito que se robó su corazón, se emocionó tanto al saber que su monstruo por fin tendría a alguien a su lado y no la pasaría solo mientras él no estuviera presente.

Que su estancia en casa fuera medio inexistente, no era razón para que no supiera que su pequeño monstruo no era sociable y, por lo tanto, su compañía era escasa, y ahora que resolverá con una pareja, está orgulloso de su hijito.

Su pequeño tardó en responder. No lo culpaba si estaba enojado por lo del pasado de la familia, pero en algún momento tendría que saberlo y por lo tanto debería superarlo.

-Sí -respondió seco.-. Lo estoy.

Se estaba arriesgando a que su padre se enfadara y lo sabía. Andrés lo miró con gravedad y se cruzó de brazos en forma de alerta; alerta que Hirving ignoró.

-¿Vas a seguir enojado conmigo, pequeño? -preguntó con voz suave, y al no recibir una respuesta inmediata, agravó su voz-. Contéstame.

Hirving lo ignoró. Se dispuso a terminar su cena en paz, temblando en realidad por la mirada de su padre. Le hizo sufrir un escalofrío, lo que pronto lo obligó a contestar.

-Sí, estoy enojado y no quiero hablar -contestó helado, y se levantó con su plato vacío.-. Me voy a dormir. Buenas noches.

Lavó su plato en el fregadero antes de irse a su habitación, con sus manos temblando al saber que su querido papi lo miraba furioso detrás.
Quiso prácticamente escapar de su padre, cuando él lo sujetó de su brazo con rudeza.

-¿Cuántas veces te lo tengo que explicar? Ya no puedes detener esto, tienes que terminar el trabajo.

Hirving intentó safarze en silencio, con los ojos cristalinos, convirtiéndose en un ser vulnerable a vista de su propio padre. Manipulable, quiero decir.

-¡Ya no quiero matar a nadie!

La negación hizo enfadar peor a Andrés, quién de un jalón giró a Hirving para que lo mirara a los ojos.

-Eso debiste haberlo pensado antes. No hay vuelta atrás. Vas a acabar tu trabajo y punto. ¿O vas a negar que disfrutas hacerlo? Conozco a mi hijo. Sé que te encantó arrollar a ese chico. Sé que disfrutaste de secuestrar a tu propio amigo y tenerlo bajo tu control. Sé que mueres por asesinar a todos esos estorbos y vivir tranquilo junto a él, yo lo sé.
-¡No es verdad, no es verdad! -negó Hirving, quién luego empezó a sollozar por la presión de su padre.-. No quiero hacerlo. No puedo. ¿Qué haré si Kevin no me acepta?
-Ya te lo dije. Vas a obligarlo, vas a secuestrarlo y lo mantendrás aquí el tiempo que sea necesario.
-¡No, no, no!
-¿Acabarás el trabajo? -insistió su padre, lo que Hirving ya no se esforzó en negar.-. ¿Lo harás?
-Sí, papi -sollozó-. Voy a acabarlo.

Hirving miró hacia abajo con lágrimas en las mejillas. Andrés pronto sintió pena por su monstruo.

-Ay, cariño. Ven aquí -su padre dejó de ejercer fuerza en su brazo y lo atrajo hacia sí para abrazarlo.-. Ven aquí.

Quizá fue demasiado duro con su pequeño.

Lo abrazó con fuerza, Hirving lloró en su hombro, vulnerable. Su estado lo hizo recordar a cuando lo consoló el día que mató a su madre.
Pero fue por el bien de todos. No quería problemas en su casa..., y la madre de Hirving ya era uno muy grande, un obstáculo del que tuvo que deshacerse.

Quiere a su hijito, lo ama, adora a su monstruo asesino. Hirving es lo más importante, cómo cualquier hijo lo es de su padre.
Sin embargo, en ocasiones, no puede evitar odiarlo. Se parece tanto a su madre, es cómo una copia exacta de ella; con la actitud obstinada y gélida.

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora