Muerte en Vida

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Al despertar, los recuerdos que con tanto esfuerzo había conseguido borrar gracias al sueño, regresaron a atacarlo.

Con la culpa tomando todo el sentimiento.

Sus gritos se hicieron presentes. Juraría que sus oídos sangraban, pero no era el caso.

Conocía a Alejandro desde último año de secundaria. Para él, esos años se habían pasado lentamente, cómo si en lugar de unos 4 años, hubiesen sido 100, pero ahora que él no estaba, notaba que no era así.

Tanto Alejandro, cómo el resto de sus amigos que ahora descansaban en paz, habían tenido una vida corta y rápida que les fue arrebatada violentamente.

Hasta ahora, lo que más le generaba coraje, era no saber la razón por la que les habían arrebatado la vida.
Eran tan sólo estudiantes, que se dedicaban a lo que les gustaba y se esforzaban al día para tener una vida todavía mejor.

No tenía entendido porqué, con simpleza, alguien llegó de repente y los asesinó. Simple y sencillamente arruinó años de vida y esfuerzo.

Ya no quería pensar en aquello, pero es que nunca pensó que viviría algo así. Era cómo estar atrapado en una película de terror. Pero no una cualquiera y barata...

Se incorporó en la cama, quitándose las almohadas y peluches de encima.
Su rostro estaba húmedo de tanto haber llorado en la noche. Tendría que lavarse la cara. Pero cuanto más estuvo consciente, se sintió sucio de nuevo.

Entonces se revisó los brazos y creyó ver la sangre todavía en su piel, intacta.

Saltó de la cama y se desnudo rápidamente para ducharse, pese a ya haberlo hecho la noche anterior. Estaba asqueado; Podía sentir la sangre en su piel chorreandole.

Igual que anoche, se talló la piel tantas veces que quedó irritada. Y mientras lo hacía, podía oír los gritos de muerte que soltó Alejandro antes de morir.
Unos segundos bastaron para que años de vida fueran desechados. Unos segundos y un hacha.

Salió de la ducha y se secó, ahora tranquilo y según él, muy limpio.

Quisiera retroceder en el tiempo y haber hecho algo esa vez, pero ya no había vuelta atrás. Se quedó tan paralizado y horrorizado que lo único que pudo hacer fue llorar ahí mismo, dejar que le salpicara la sangre y aceptar el beso.

Ese beso...

Sus labios, temblorosos, fueron tomando forma de una especie de sonrisa macabra, que después lo terminó siendo por completo.

Tocó sus labios y los presionó, esperando revivir aquél toque tan dulce y suave, aunque después casi se estaban comiendo los labios uno al otro.

Se giró para verse en el enorme espejo que tenía. Contempló su cuerpo al descubierto y no quitó la mano de sus labios, porque pensaba que a lo mejor la respuesta estaría en ése toque.

Además de apreciarse, se acercó y tomó al espejo de ambos bordes, para preguntarse a sí mismo, mirándose directamente a los ojos:

-¿Quién eres, por qué estás haciendo esto... y por qué me besaste?












Ángel se levantó desanimado aquél día lluvioso. La pelea con Alejandro y haberse mojado el día anterior lo traían terriblemente mal, más de lo que creía.

Bajó las escaleras, siempre era el primero en levantarse. Cruzó los pasillos preguntándose porqué había tanto silencio. La lluvia había cesado hace unos minutos y no se escuchaban pájaros ni insectos afuera.

Llegó hasta el comedor, teniendo que cruzar por ese pequeño pasillo color rosa y con cuadros antiguos pegados a este. Su casa era tan linda y antigua que no soportaría tener que vivir en otro lugar.

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora