Fascinación

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Forcejeaba evitando a toda costa las tijeras que Aldo lleva en sus manos.

Se escondió durante el descanso pero Aldo fue inteligente, y lo encontró. Lo atrapó finalmente en los sanitarios.

—¡¡André, André!! —gritaba por ayuda de su amigo, forcejear no había servido de mucho en su pequeña lucha defensiva.

Las tijeras se acercaban peligrosamente a su melena rizada, estaba herido con cortadas en los brazos, Aldo ya lo pateó en el estómago hasta el cansancio, no lo dejará en paz hasta conseguir lo que quiere.

—¡¡Déjame en paz, no sabes de lo que soy capaz!! —amenazó, evidentemente no le dirá que él fue quién asesinó a Emilio y Camilo, sus secuaces.

Ni tampoco mencionara que él es el asesino del que todo el pueblo está hablando.

—¡¡Cállate, apenas puedes defenderte!! —Aldo gritó, jaló el brazo de Andrés y consiguió tirarlo al suelo.

Andrés quiso levantarse rápidamente, pero una patada lo devolvió al piso, sin poder reaccionar, sintió que sus cabellos eran sujetados a la fuerza.

—¡¡¡Déjame en paz!!! —gritó—. ¡¡¡André, André!!!

Sus gritos, sin embargo, fueron en vano. Aldo le cortó algunos mechones de su melena y de paso le cortó una mejilla con el filo. Como si los golpes no fuesen suficientes ya, propinó una última patada.

—¡Aldo! —una voz de más intervino. Aldo se giró para mirar, Andrés levantó la cabeza con dificultad.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó horrorizado, Julián, por las gotas de sangre y el estado tan lamentable en el que estaba Andrés, que trataba de levantarse del piso.

—Julián, no es tu caso.
—¡Dijiste que ya no molestabas a nadie!

André llegó corriendo poco después de la llegada de Julián y, al ver el estado lamentable en el que se encontraba su amigo, deseó haber matado a Aldo en ese mismo momento, incluso a Julián, pensando que él era cómplice de la "travesura".

—Ustedes son unos —nisiquiera terminó la frase, su garganta ardía de la ira.
—André, yo puedo ayudarte a —André interrumpió a Julián, empujándolo lejos.

Se volvió hacia ellos, irritado, su ojo derecho presentó un tic. Sus puños se cerraron y temblaron, los hubiese matado con la mirada si eso fuera posible.

—¡¡¡Largo de aquí!!!

Aldo estuvo dispuesto a pelear, pero Julián lo detuvo, le murmuró algo al oído, y los dos salieron rápidamente de los sanitarios. El horario de clases ya estaba a punto de comenzar.

—André —llamó Andrés desde el suelo, con la mirada abajo, esperando que André no notara sus ojos cristalinos.

—¿Andrés, que fue lo que te hicieron? —se arrodilló a revisarlo. Andrés no dijo nada, saltó a abrazar a su amigo con fuerza, sus brazos sangran y sus manos tiemblan del ardor.

André se quedó quieto, no supo como consolar, entonces simplemente acarició la espalda contraria, sin saber qué decir al respecto tampoco. Su coraje es mayor.

Andrés no llora a mares pero si solloza fuertemente, odia el hecho de no haber podido defenderse, se plantea ya la idea de algún día llevar la pistola de su padre...

Letal Love (Kerving)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora