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Durante todo el tiempo que tardo Ben en colocarles los arneses que había armado, mantuvo a las chicas amordazadas. Ambas, intentaron pelear, y se retorcían y trataban de gritar mientas él acomodaba su pequeño invento en el cuerpo de ellas.

Lena no tenía idea de donde se encontraban.

Al principio todo era sombras, pero conforme sus ojos se fueron adaptando a la tenue luz, y los efectos de la droga que Ben le había dado para dormir se disipaban de su cuerpo, se dio cuenta de que estaban en una biblioteca. No era la biblioteca de la ciudad, ni la que estaba en el interior de la universidad, donde había pasado mucho tiempo durante el último año.

Había una sección en el centro, con mesas y lamparillas para leer. Extrañas esculturas reposaban sobre estrechos pedestales blancos, y parecía que cuidaban el perímetro de lectura, luego, los estantes de madera repletos de libros que creaban pasillos oscuros que parecían no tener fin.

Ben había trabajado durante buen rato en una de las mesas, ignorando la presencia de las chicas atadas, amordazadas y tumbadas en el piso.
Lena intentó liberarse, movió las muñecas hasta que la cuerda las cortó. Ahora, la sangre se había secado y sentía las cuerdas mojadas que la seguía manteniendo prisionera.

— Listo. Con eso será suficiente — dijo Ben a si mismo mientras terminaba de acomodar el extraño arnés sobre el pecho de Lena. Fue entonces cuando le quitó la mordaza y se dispuso a trabajar con el cuerpo de Imra.

Lena, movió la boca un poco, tratando de que sus mejillas dejaran de doler y se acostumbraran a no tener la mordaza. Tenía la boca seca, y la garganta irritada después de tanto gritar. Intentó pasar saliva, pero no había mucha en su boca.

— ¿Qué estás haciendo?— la voz de Lena se escuchaba rara — ¿Por qué nos trajiste aquí?

Pero, Ben no respondió.

Estaba de espaldas a ella colocándole el arnés a Imra mientras que seguía amordazada, mirándola aterrada. Lena, intentó volver a liberarse, pero nada podía hacer más que volver a lastimarse las muñecas.

— ¿Qué es esto? ¿Dónde estamos? —  siguió preguntando exasperada — ¡Ben! — grito lastimándose la de por si sensible garganta.

— Esta chica es muy ruidosa — le dijo Ben a Imra, quitándole la mordaza con brusquedad — ¿No te parece?

— Déjala ir — le ordenó Imra en cuanto pudo hablar — Ella no tiene nada que ver en esto.

— Es ahí donde te equivocas, querida — el chico se giró para ver a Lena con ternura — Ella es la piesa clave en todo esto.

— ¿De qué están hablando?— preguntó Lena sin intimidarse — ¿Qué es lo que...?

Ben caminó hacia ella, y con las manos en la espalda, comenzó a rodearla para analizarla.

— Una joven misteriosa, atractiva e inteligente — comento Ben — Es una verdadera lástima que no llegaras a nuestras vidas un poco antes.

— ¿Antes? — pregunto la más joven.

Ben volvió a rodearla con paso lento. Cuando quedo frente a ella, la miró y sonrió.

— Tú pudiste evitar todo esto. Si hubieras aparecido antes, todo estaría en su perfecto lugar.

— Seguirías siendo novio de Imra — se aventuró a decir Lena — Ella seguiría amándote — con esas últimas palabras, una sombra de tristeza surgió en los castaños ojos de Ben.

— Ella aun me ama — aseguro el chico, dando media vuelta para mirar a la otra chica — Es solo que se niega a aceptarlo.

— Ben... — susurro Imra, exhausta de todo.

¿Verdad o reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora