Capítulo 4

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El ambiente en la casa de Alice era tranquilo y acogedor. La castaña se quitó los zapatos y se dejó caer en el sofá, dejando escapar un suspiro de cansancio. Estaba agotada tanto física como emocionalmente. La confusión que sentía respecto a Cate la estaba consumiendo, y no sabía cómo lidiar con esos sentimientos encontrados. Mientras tanto, en el hospital, Cate seguía luchando con sus propios pensamientos y emociones. Trataba de concentrarse en su trabajo, pero la imagen de Alice no dejaba de rondar en su mente. Se sentía culpable por haber tenido pensamientos inapropiados hacia la joven, especialmente considerando la relación que tenían. Sin embargo, no podía evitar sentirse atraída por ella de una manera que nunca antes había experimentado.

Después de un rato, Cate decidió llamar a Alice para disculparse por su comportamiento en el hospital y aclarar las cosas entre ellas. Marcó el número de la castaña y esperó nerviosa a que contestara.

— ¿Hola? — La voz de Alice sonaba un poco apagada al otro lado de la línea.

— Hola, Alice, soy Cate. Quería disculparme por mi actitud hoy en el hospital. Estaba un poco distraída y no quería que pensaras que te estaba evitando o algo así.

— Oh, está bien. No te preocupes, Cate. Entiendo que todos tenemos días difíciles.

— Gracias por entender. Además, quería invitarte a cenar esta noche. Podríamos hablar y aclarar cualquier malentendido que haya surgido.


Alice se quedó en silencio por un momento, considerando la oferta de Cate. Por un lado, quería resolver las cosas y aclarar sus sentimientos hacia la rubia. Por otro lado, temía enfrentarse a lo que podría surgir de esa conversación. Pero finalmente, decidió aceptar la invitación.

— Está bien, Cate. Acepto tu invitación. Nos vemos esta noche entonces.

Después de colgar el teléfono, Alice se sintió un poco más aliviada. Sabía que enfrentarían una conversación difícil, pero también sabía que era necesario para resolver las tensiones entre ellas.

… Flashback …


Mientras Cate revisaba las fichas clínicas una hermosa pelirroja se le acercó.

— ¡Ey, Cate! Necesito tu ayuda en este caso.

Amanda Evans, la hermana mayor de Alice, es doctora en obstetricia. Es conocida por su fuerte carácter imponente, seductor e inteligente. Se decía que era un demonio que le gustaba mandar a la gente y las trataba muy mal. Era muy diferente a Alice, no solo físicamente con su cabello pelirrojo y ojos verdes, sino también en su personalidad; Alice era un ángel y Amanda un demonio. Pero la gran diferencia entre ambas es que Amanda tenía una doble personalidad y sabía cómo usarla a su favor.

— Claro, ¿en qué puedo ayudarte, doctora Evans? — respondió Cate con profesionalismo.

— Necesito tu opinión sobre intervenir en un embarazo de 7 meses. La bebé tiene problemas en el corazón, su órgano es pequeño y sus latidos son lentos. ¿Deberíamos dejar que el embarazo siga su curso o traer al bebé al mundo prematuramente para monitorearla más de cerca?

— En mi opinión, deberíamos dejar que el embarazo continúe y monitorear semanalmente para evaluar su evolución. Si no hay mejoras, entonces intervenir.

— Buena elección.

— Lo sé, doctora.

Alice se acercó a ellas, no muy contenta por la situación entre Amanda y Cate. Además, el tratamiento de Cate hacia Amanda la molestaba.

— Doctora Blanchett, la necesitamos en el pasillo seis — dijo una enfermera seria.

— Claro, Alice, enseguida voy — se despidió de Amanda y se dirigió al pasillo.

Cate pensó que Alice podría estar celosa, lo cual le agradaba en cierta medida. No sabía qué provocaba esos sentimientos en Alice, pero le gustaba la idea de ser la causa.

— ¿Qué sucede? — preguntó Cate al llegar al pasillo y no encontrar a nadie.

— No lo sé, parece que ya está resuelto. Me retiro.

— ¿Estás bien? Te noto extraña.

— Sí, estoy cansada. — respondió Alice antes de retirarse.

Lo que Cate no sabía era que Amanda le había dejado claro a Alice sus intenciones con ella. Amanda quería algo con Cate, a pesar del interés de Alice.

Desde su oficina, Cate llamó a Alice para revisar casos clínicos.

— Alice, necesito tu ayuda. Ven.

— La colocó frente a una mesa, concentrándose más en la vista que en el trabajo.

— Deberías apoyarte más en el estante, Alice — le sugirió, tratando de ignorar sus pensamientos.

— Gracias, pero sobre el caso... — Alice mostró la ficha clínica.

Aunque quería prestar atención, Cate se distrajo mirando a Alice, lo cual la hacía sentir incómoda. Decidió terminar la reunión.

— Déjame una nota y lo revisaré más tarde. Puedes retirarte.

Cate hacía mucho que no tenía sexo, lo que la estaba afectando. Se sentía mal por pensar en Alice de esa manera, pero no podía evitarlo.

— "Oh, Alice, sal de mi mente..." — se dijo a sí misma.

Alice notó el comportamiento extraño de Cate y se sintió molesta. Decidió irse a casa sin decir nada.

— "Si no le gusto, no insistiré" — se dijo a sí misma, justificando las acciones de Cate.

Lo bueno de llegar a casa era que estaba vacía, sin la presencia de su hermana y con sus padres trabajando fuera del país. Aunque eran afectuosos, Alice prefería estar sola en ese momento.

… Fin del flashback …


Mientras tanto, Cate se preparaba para la cena, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación. Estaba decidida a aclarar las cosas con Alice y encontrar una manera de seguir adelante. Cuando llegó la hora de la cena, ambas se encontraron en un acogedor restaurante cerca de sus casas. Durante la cena, hablaron sobre sus días en el hospital, compartieron risas y anécdotas, pero ambos sabían que había un elefante en la habitación que necesitaba ser abordado.

Finalmente, después de terminar la cena, Cate decidió abordar el tema directamente.

— Alice, sé que las cosas han estado un poco extrañas entre nosotros últimamente, y quería disculparme si te he hecho sentir incómoda de alguna manera.

Alice asintió, agradeciendo la sinceridad de Cate.

— Y quiero que sepas que valoro mucho nuestra amistad, Alice. Eres una persona increíble y me importas mucho.

Las palabras de Cate hicieron que el corazón de Alice se acelerara. A pesar de todo lo que había pasado entre ellas, todavía sentía un profundo afecto por la rubia.

— Gracias, Cate. También valoro mucho nuestra amistad, y quiero que sepas que te aprecio más de lo que puedas imaginar.

Ambas se miraron durante un momento, compartiendo un entendimiento silencioso. Aunque no habían resuelto todas sus dudas y preocupaciones, sabían que tenían una base sólida sobre la cual construir. Al final de la noche, se despidieron con una sensación de alivio y esperanza. Sabían que había mucho por delante, pero también sabían que juntas podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

Emergency de un romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora