Capítulo 41

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El despertador sonó con un tono suave pero insistente, y Cate se levantó temprano, lista para comenzar un nuevo día. El cielo estaba nublado, con gruesas capas de nubes grises que prometían una posible lluvia más tarde. Pero eso no afectó su buen ánimo; de hecho, le gustaban los días así, encontrando algo reconfortante en el clima melancólico. Decidió empezar la mañana con un poco de ejercicio. Se puso su ropa deportiva y salió a trotar por el parque cercano. El aire fresco y el ejercicio la ayudaron a despejar su mente, dándole un respiro necesario después de las intensas emociones de los últimos días. De regreso a casa, se dio una ducha rápida y se puso ropa cómoda: jeans, una camiseta blanca y una chaqueta ligera. Sentía que hoy sería un buen día, y decidió consentirse un poco. Su estómago rugía, recordándole que había llegado la hora de almorzar.

Cate se dirigió a su restaurante favorito, un pequeño bistró que servía la mejor comida casera de la ciudad. El lugar estaba acogedor como siempre, con su aroma familiar de café recién hecho y pan horneado. Se sentó en su mesa habitual junto a la ventana y pidió su plato preferido: una ensalada fresca con salmón y una sopa de tomate. Mientras esperaba su comida, su teléfono vibró sobre la mesa. Miró la pantalla y vio el nombre de su abogado. Con el corazón acelerado, contestó la llamada.

— Hola, Cate. Tengo buenas noticias para ti — dijo su abogado con un tono amable y profesional — El divorcio está formalmente concretado. Eres una mujer libre.

Cate sintió una oleada de alivio y libertad al escuchar esas palabras. Aunque sabía que este momento llegaría, enfrentarlo era un paso significativo en su vida.

— Gracias por avisarme — respondió Cate, tratando de mantener la compostura — Realmente aprecio todo lo que has hecho por mí.

— De nada, Cate. Si necesitas algo más, no dudes en llamarme. Cuídate mucho — dijo el abogado antes de colgar.

Cate se quedó mirando su teléfono por un momento, dejando que la realidad de su nueva situación se asentara. Finalmente, estaba libre. Libre para empezar de nuevo, libre para seguir adelante sin las ataduras de su pasado.

Su comida llegó, y Cate la disfrutó más de lo habitual. Cada bocado sabía a libertad y nuevas oportunidades. Sentía que el mundo se abría ante ella de maneras que no había anticipado. Después de almorzar, se quedó un rato más en el restaurante, mirando por la ventana y observando a la gente pasar. Se permitió soñar con el futuro, con las posibilidades que ahora estaban a su alcance.

Cuando finalmente se levantó para irse, lo hizo con una ligereza en el corazón que no había sentido en mucho tiempo. Estaba lista para lo que viniera, para enfrentarlo todo con la fuerza y la determinación que siempre había tenido, pero ahora con una claridad renovada y un espíritu libre.

Mientras caminaba de regreso a casa, sintió las primeras gotas de lluvia caer. Levantó el rostro al cielo y sonrió. La lluvia, como ella, lavaba el pasado y traía consigo la promesa de un nuevo comienzo. Sentía un impulso irresistible de compartir esta noticia con John, su exmarido, y darle una especie de cierre a esa etapa de su vida. Aunque John había sido reticente al divorcio, Cate sabía que ahora estaba en el camino correcto para ambos.

Decidida, se dirigió hacia la oficina de John. Mientras conducía, su mente se llenó de recuerdos y emociones encontradas. John había sido una parte importante de su vida durante muchos años, y aunque ya no lo amaba de la misma manera, seguía sintiendo un profundo cariño por él. Al llegar, subió rápidamente al despacho de John, sin apenas detenerse para saludar a la recepcionista. Cuando llegó a la puerta de su oficina, respiró hondo y tocó suavemente antes de entrar.

— Cate, ¿qué haces aquí? — preguntó John, sorprendido al verla.

— John, tenía que verte. Tengo algo importante que decirte — respondió Cate, sin poder ocultar la emoción en su voz.

Emergency de un romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora