La luz del sol se filtraba por las cortinas entreabiertas de la habitación de Alice, pintando el espacio con un resplandor dorado que contrastaba con la frescura del aire marino que entraba por la ventana. El suave murmullo de las olas rompiendo contra los pilotes del bungalow añadía una serenidad embriagadora al ambiente, como si el mar mismo susurrara secretos de paz y tranquilidad.
Alice despertó con una sonrisa en los labios, sus pensamientos llenos de la pasión compartida con Cate la noche anterior. Se sentía radiante y llena de energía, cada fibra de su ser vibraba con la emoción de la experiencia compartida con su amante.
Al otro lado de la habitación, Cate se revolvió en la cama, sus ojos parpadeando lentamente al despertar. La visión de Alice a su lado la hizo sonreír de oreja a oreja, recordando con calidez la intensidad de la noche anterior.
- Buenos días, hermosa - susurró Alice, acercándose para darle un beso suave en los labios.
- Buenos días, cariño - respondió Cate, devolviendo el beso con ternura -. Anoche fue increíble.
- Sí, lo fue - confirmó Alice, su mirada brillando con emoción -. Y estoy segura de que hoy será igual de maravilloso.
A pesar del amor y la pasión compartida, Alice sabía que debía marcharse antes de que Chloe las descubriera. Con un beso suave en los labios de Cate, se deslizó fuera del bungalow y regresó al suyo, llevándose consigo el eco de sus momentos compartidos.
Una vez sola en su bungalow, Alice se recostó en la cama, dejando que los recuerdos de la noche anterior la envolvieran en una nube de calor y deseo. Recordó las palabras de su amante con cariño, especialmente la frase que resonaba en su mente una y otra vez: "Yo era cenizas. Tú me tocaste y volví a arder." Esa declaración resonaba en su corazón, haciéndola cuestionar si estaba interpretando correctamente las señales de Cate.
Mientras tanto, en el bar del hotel, Chloe se encontraba disfrutando de una bebida refrescante, tratando de mantener la compostura mientras sus pensamientos la llevaban por un camino de melancolía. La llegada de Alice la sacó de sus pensamientos, y juntas pasaron la tarde riendo y compartiendo historias de sus aventuras en la isla.
Sin embargo, a medida que la tarde avanzaba, Chloe comenzó a sentirse cada vez más melancólica, sumida en pensamientos que la llenaban de tristeza y preocupación.
- ¿Estás bien, Chloe? - preguntó Alice, notando la expresión preocupada en el rostro de su amiga.
Chloe suspiró y bajó la mirada, jugueteando con la pajita de su bebida, tratando de ocultar la tormenta de emociones que la invadía.
- Sí, estoy bien. Solo estaba pensando en algunas cosas... - respondió, tratando de sonar despreocupada, aunque sabía que Alice podía ver a través de su fachada.
- ¿Qué pasa? Puedes hablar conmigo, ¿sabes? - dijo Alice, poniendo una mano reconfortante sobre el hombro de Chloe, ofreciéndole su apoyo incondicional.
Chloe miró a Alice con gratitud, sintiendo un nudo en la garganta al pensar en lo que estaba a punto de decir. Sus palabras salieron con esfuerzo, pero una vez que comenzó a hablar, no pudo detenerse, dejando que sus emociones fluyeran libremente.
- Solo... solo quería decirte que... - comenzó Chloe, luchando por encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que sentía en su corazón. - Me hubiera gustado que tú fueras la causa de la sonrisa de mamá, Alice. Creo que eres lo mejor que le podría pasar, pero me da pena que ella no lo vea - confesó Chloe, mirando a Alice con tristeza -. Lo siento, amiga, sé que te estoy mintiendo al decir que estoy bien, pero es difícil.
Las palabras de Chloe golpearon a Alice en lo más profundo de su ser, dejándola sin aliento ante la intensidad de las emociones que la embargaban. Sabía que su relación con Cate era complicada y que no siempre sería fácil para Chloe aceptarla por completo, pero estaba decidida a estar allí para su amiga, sin importar qué.
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Emergency de un romance
RomanceEn el corazón del Reino Unido, en la pintoresca ciudad de Cotswold, se desarrollará una historia cautivadora entre la renombrada doctora Cate Blanchett y su alumna Alice Evans. La doctora Blanchett, una eminente académica, ha dedicado su vida a la m...