Capítulo 27

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Después de pasar la noche con Cate, Alice se dirigió a su casa con una mezcla de emociones. Entró en silencio, cuidando de no despertar a sus padres, Charles y Margaret, quienes ya estaban dormidos. Subió las escaleras con sigilo, cada paso amortiguado por la alfombra desgastada, y una vez en su habitación, cerró la puerta con suavidad. Se lavó la cara y los dientes, su mente todavía reviviendo los momentos apasionados con Cate. Aunque la emoción la mantenía despierta, la preocupación de tener que esconder su relación la agobiaba. Finalmente, se acostó, esperando que el sueño la alcanzara.

Al amanecer, Alice se levantó y se dio una ducha rápida, dejando que el agua fría despejara sus pensamientos. Se secó el cabello rizado, notando cuánto había crecido últimamente, y eligió una lencería blanca de encaje que la hacía sentirse particularmente sexy. Luego, se puso su uniforme médico celeste y la bata blanca, y se aplicó su dulce perfume favorito. Después de ondular las pestañas y aplicarse un poco de rubor y pintalabios, algo muy natural, se sintió lista para enfrentar el día.

Al bajar a la cocina, encontró a sus padres, Charles y Margaret, ya sentados, el aroma del café llenando el aire.

— Alice, querida hija, estoy muy orgullosa de ti. — Charles dijo con el pecho inflado. — Me ha dicho la directora de la universidad que eres una muy buena estudiante y con altas calificaciones.

— Sí, papá, me he esforzado mucho — respondió Alice con ternura. — ¿Y ustedes, cómo están?

— Muy bien, hija — respondió Charles, mientras Margaret asintió con una sonrisa.

— Alice, toma asiento, para que comamos. ¿Cómo estás, mi niña? — añadió Margaret con un tono maternal.

Charlaron un rato más, disfrutando de un momento en familia hasta que Alice tuvo que irse para no llegar tarde al hospital.

En el pasillo del hospital, Alice firmó su entrada y se dirigió a la oficina de Cate, sintiendo una mezcla de nervios y excitación.

— Hola, doctora Blanchett, ¿cómo está? — preguntó, disfrutando del juego erótico de tratarse de manera formal en el trabajo.

— Señorita Evans… — Cate mordió su lápiz con sensualidad, sus lentes de pasta negra realzando su mirada penetrante. — Muy bien, ahora que la veo. — La observó de arriba abajo. — ¿Y usted, cómo está?

— Muy bien, gracias — respondió Alice, mirando nerviosa a su alrededor, consciente de que si Cate estaba excitada, las cosas podrían salirse de control rápidamente.

— Deberías cerrar la puerta… — sugirió Cate, con una mirada cargada de sensualidad.

— Cate, no podemos, es un lugar público, podrían vernos.

— Señorita Evans, le di una orden — exclamó Cate con autoridad, su tono excitante. — Apresúrese — recalcó.

Alice suspiró y cerró la puerta tras de sí. Cate, vestida con un elegante vestido negro y tacones, se veía irresistible.

— Acércate, pequeña — ordenó Cate. Alice obedeció, y la rubia rápidamente la atrajo a su cuerpo, haciendo que se arrodillara para besarla mientras ella aún estaba sentada. — Extrañaba tus besos, no puedo vivir sin ellos…

— Me pasa lo mismo, Cate — susurró Alice, profundizando el beso, hasta que llamaron a la puerta. Con los nervios de punta, Alice se escondió bajo el escritorio y Cate se acomodó en su silla.

— Pase — dijo Cate, recuperando la compostura.

Amanda, la hermana de Alice, entró en la oficina, siempre llegando en los momentos más inoportunos.

Emergency de un romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora