Capítulo 61

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Al día siguiente, Alice tenía que levantarse temprano para ir a trabajar, y Cate solía prepararle el desayuno, pero hoy no quiso despertarla. Después de la noche de pasión que tuvieron, la rubia debía estar agotada.

— Te amo, cariño — dijo Alice, depositando un suave beso en la frente de Cate.

— Alice… — la rubia somnolienta se dio vueltas —. Quédate conmigo hoy, ¿sí? — pidió con pucheros, algo que a la joven se le hacía difícil poder resistirse con aquel gesto.

Alice le depositó un beso en los labios —. Amor, sabes que debo ir… — Abraza a su esposa con cariño, sintiendo el exquisito aroma de su piel.

— Por favor… me dejaste las piernas temblando y me duele la vagina — Alice soltó una risita traviesa.

— ¿Quién era la que pedía más? — preguntó, viendo a Cate sonrojada lo cual se le hacía tierno.

— Yo… pero amor, debes consentirme. Quédate… — Alice no pudo resistirse más.

— Está bien, pero antes mandaré un mensaje diciendo que no iré. — La castaña tecleó un poco en su teléfono —. ¡Listo!

— Ahora duerme junto a mí — pidió Cate. Alice obedeció y se acurrucaron, durmiéndose profundamente de nuevo, de cucharitas.

Horas después, Alice despertó primero, sintiendo el calor y la suavidad de Cate acurrucada contra ella. Acarició suavemente el cabello de su esposa, disfrutando del momento de tranquilidad. Cate se movió ligeramente, abriendo los ojos con una sonrisa soñolienta.

— Buenos días, amor — susurró Alice, plantando un beso en la coronilla de Cate.

— Buenos días — murmuró Cate, estirándose un poco —. Gracias por quedarte.

— No podría resistirme a ti, sabes eso — respondió Alice, sonriendo.

Cate sonrió de vuelta, incorporándose lentamente mientras Alice la observaba. Se dirigió a la cocina para preparar algo de desayuno mientras Cate se quedaba en la cama, todavía disfrutando de la calidez de las sábanas.

— ¿Qué quieres para desayunar? — preguntó Alice desde la cocina.

— Lo que tú prepares está bien, sabes que me encanta todo lo que haces — respondió Cate, siguiéndola poco después.

Alice decidió preparar tostadas francesas con fruta fresca y café. Mientras cocinaba, sentía la mirada amorosa de Cate desde la mesa, lo que la hacía sonreír más.

— ¿Sabes? Estaba pensando en que podríamos hacer algo especial hoy — dijo Cate mientras Alice ponía los platos en la mesa.

— ¿Qué tienes en mente? — preguntó Alice, sirviendo las tostadas.

— Podríamos ir a dar un paseo por el parque, luego tal vez ir a ese café que te gusta. Claro, pedimos descafeinado para mí y pasamos el día juntas, sin prisas, solo tú y yo — sugirió Cate, sus ojos brillando con entusiasmo.

— Me parece una idea perfecta — dijo Alice, sentándose frente a Cate y tomando su mano —. Hoy es solo para nosotras.

Pasaron el desayuno charlando y riendo, disfrutando de la compañía mutua. Una vez terminada la comida, se dieron una ducha juntas y se arreglaron para salir, felices de poder pasar el día juntas sin preocupaciones. Al llegar al parque, caminaron de la mano, respirando el aire fresco y disfrutando del paisaje. Se detuvieron en un banco cerca del lago, observando a los patos y a la gente que paseaba.

— Es un día hermoso — comentó Alice, recostándose en el hombro de Cate.

— Sí, lo es. Gracias por quedarte conmigo hoy — respondió Cate, besándola suavemente en la mejilla.

Emergency de un romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora