Capítulo 38

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Cate se despertó temprano al día siguiente, sintiendo una calma renovada después de la turbulenta noche anterior. Se estiró bajo las mantas y decidió que necesitaba un desayuno sustancial para enfrentar el día. Bajó las escaleras en silencio, disfrutando de la tranquilidad de la casa antes de que todos despertaran.

En la cocina, se preparó una taza de café y un sencillo desayuno de tostadas y fruta. Se sentó junto a la ventana, dejando que la suave luz de la mañana la envolviera mientras sorbía su café y reflexionaba sobre sus sentimientos. La confusión con Alice aún pesaba en su mente, pero el desayuno le dio un pequeño respiro.

Después de terminar su desayuno, decidió que hornear un queque podría ser una buena terapia para calmar sus nervios. Para Cate, hornear pasteles siempre había sido una forma de terapia. Se puso a buscar los ingredientes y comenzó a mezclar la masa, disfrutando del proceso repetitivo y reconfortante de hornear. Mientras trabajaba, la cocina se llenó con el dulce aroma de la vainilla y el azúcar.

El sonido de pasos suaves la sacó de su concentración. Levantó la vista justo a tiempo para ver a Alice aparecer en la puerta de la cocina, su presencia tan inesperada como inevitable. Cate sintió una oleada de nervios, pero mantuvo su compostura y siguió mezclando la masa.

— Buenos días, Cate — dijo Alice, su voz suave y un poco vacilante.

— Buenos días, Alice — respondió Cate, tratando de mantener su tono casual mientras vertía la masa en un molde.

Alice se acercó lentamente, mirando el proceso con interés. — ¿Qué estás haciendo?

— Un queque. Necesitaba algo para distraerme — explicó Cate, metiendo el molde en el horno y cerrando la puerta con un suspiro de alivio.

— Huele delicioso — comentó Alice, tomando asiento en la mesa de la cocina.

Hubo un momento de silencio tenso antes de que Alice hablara de nuevo. — Cate, siento mucho lo de anoche. Quería hablar contigo, pero creo que no era el mejor momento.

Cate se giró para mirarla, apoyándose en la encimera. — Tienes razón, no era el mejor momento. Necesitaba espacio para pensar.

Alice asintió, pareciendo aliviada de que Cate no estuviera enojada. — Entiendo. Solo quería asegurarme de que estás bien.

Cate le dio una pequeña sonrisa. — Estoy bien, solo un poco confundida. Han pasado muchas cosas últimamente.

Alice bajó la mirada, jugueteando con sus manos. — Lo sé, y siento haber añadido más a tu confusión.

Cate sintió una ola de emociones al escuchar esas palabras, pero no se permitiría sentirse culpable, porque ella no tenía ningún compromiso con nadie.

El aroma del queque horneándose llenó la cocina, creando una atmósfera cálida y reconfortante. Cate y Alice se quedaron en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la compañía mutua.

— ¿Te gustaría quedarte a probar el queque cuando esté listo? — preguntó Cate finalmente.

Alice sonrió, asintiendo. — Me encantaría.

Mientras esperaban, Cate sirvió más café y se sentaron a la mesa, hablando de temas ligeros y tratando de reconstruir su conexión. A pesar de la tensión subyacente, había un entendimiento mutuo de que ambas querían encontrar una manera de seguir adelante.

Cuando el queque finalmente estuvo listo, Cate lo sacó del horno y lo dejó enfriar un poco antes de cortarlo. Sirvió dos generosas porciones y las llevó a la mesa, donde Alice esperaba con una sonrisa.

— Espero que te guste — dijo Cate, entregándole un plato.

Alice tomó un bocado y cerró los ojos con deleite. — Es delicioso, Cate. Eres una gran cocinera.

Emergency de un romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora