Capítulo 12

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Alice se sentía en las nubes, incapaz de creer todo lo que estaba experimentando. Amaba a su rubia, cada gesto, cada mirada, cada momento juntas la llenaba de felicidad. Sabía que estaban llegando a un punto importante en su relación; la intimidad se estaba volviendo cada vez más profunda y significativa. El pensamiento de que Cate podría ser su primera vez la llenaba de nerviosismo y excitación. Aunque aún no habían llegado al punto de la penetración, sabía que estaban cerca. Sin embargo, Alice no estaba segura de si debía hablarlo con Cate. Temía que su rubia se pusiera nerviosa o se sintiera presionada, lo que podría arruinar el momento. Por eso, decidió guardar sus pensamientos por el momento y simplemente disfrutar del presente con su amada.

Alice estaba ocupada preparando su equipaje para el tan esperado viaje a la paradisíaca isla de Bora Bora. Entre sus pertenencias, cuidadosamente seleccionadas, había una variedad de vestidos, desde los más sueltos hasta los más atrevidos, trajes de baño, camisas de seda para dormir, tacones y sandalias, además de un cómodo polerón, y ropa interior sugerente pensanda en su rubia claramente. Los nervios de la emoción la invadían mientras organizaba todo. Había reservado una habitación con tres camas separadas para ella, su amiga y Cate.

De repente, el sonido de su celular interrumpió su concentración. Era un mensaje de Cate.

— Hola, cariño, te extraño… — leía Alice, sintiendo un cosquilleo en el estómago.

— Hola, también te extraño — respondió, dejando escapar una sonrisa emocionada mientras continuaba con los preparativos.

Pero luego llegó otra notificación de Cate. El tono de urgencia en los mensajes le preocupaba.

— No lo soporto más te quiero conmigo. — escribió la rubia.

— Falta poco, mañana es el viaje —respondió, tratando de infundir calma en las palabras escritas.

— No es suficiente, Alice — insistió Cate, su desesperación palpable incluso a través de los mensajes.

— Nos vimos antes de ayer, Cariño — intentó consolarla Alice, recordándole el encuentro reciente para reconfortarla.

— Estoy fuera de tu casa


El mensaje repentino de Cate dejó a Alice atónita. Sin palabras, se apresuró a abrir la puerta lo más rápido que pudo. "Esta rubia está loca", pensó para sí misma, pero en el fondo, le encantaba el grado de locura de Cate.

— ¡Cate! ¿Qué estás haciendo aquí? —exclamó Alice, sorprendida al ver a su rubia parada frente a su puerta.

— No podía esperar más para estar contigo — respondió Cate con una sonrisa radiante, abrazando a Alice con fuerza.

— ¡Pero si nos veremos mañana en Bora Bora! — dijo Alice entre risas, devolviendo el abrazo.

— Lo sé, pero no aguantaba la distancia un día más — explicó Cate, con una chispa traviesa en los ojos.

Alice sacudió la cabeza con una mezcla de incredulidad y cariño. Se estaba acostumbrando a las locuras espontáneas de Cate, ¡y eso era parte de lo que la hacía tan especial!

Alice hizo pasar a Cate y le ofreció algo de tomar. Mientras Cate se acomodaba en el sofá, Alice preparó dos copas de vino y regresó a la sala de estar.

— ¿Qué tal un poco de vino para relajarnos antes del gran viaje? — propuso Alice, ofreciéndole una copa a Cate.

— Suena perfecto — respondió Cate con una sonrisa, aceptando la copa y brindando con Alice.

Después de disfrutar de unas copas y charlar animadamente, Alice guió a Cate hacia su habitación. Una vez allí, el ambiente se volvió más íntimo y cargado de emoción.

— Ha sido un día tan loco — comentó Alice, mirando a los ojos de Cate con ternura.

— Pero estar aquí contigo lo hace todo valer la pena — respondió Cate, acercándose lentamente a Alice.

Alice y Cate se perdieron en su primer beso, profundo y cargado de emoción. Alice tomó a Cate de la mano y la llevó hacia la cama, donde se sentaron juntas.

— Nunca pensé que harías algo tan loco como esto… — dijo Alice, sonriendo mientras sus dedos acariciaban suavemente el rostro de Cate.

— Haría cualquier cosa por estar contigo… — respondió Cate, acercándose nuevamente para besar a Alice, esta vez en el cuello, provocando un suspiro de placer.

— Me haces sentir tan especial. — susurró Alice, inclinando la cabeza para darle más acceso a su cuello.

— Porque lo eres. — contestó Cate, mientras sus labios recorrían el suave contorno del cuello de Alice, dejando un rastro de besos.

Alice sonrió y la miró con ternura, los ojos de la rubia se veían tan hermosos, eran tan celestes como cielo. Se inclinó para besar a Cate nuevamente, profundizando el beso con una mezcla de pasión y cariño.

— No puedo esperar a estar contigo en Bora Bora. — dijo Alice entre besos, sus manos explorando la espalda de Cate.

— Va a ser perfecto — murmuró Cate, sus labios todavía rozando los de Alice. — Pero ahora mismo, esto es todo lo que necesito.

Alice y Cate se quedaron un momento en silencio, sus respiraciones entrelazadas mientras se miraban a los ojos. La habitación estaba iluminada solo por la tenue luz de la lámpara de la mesita de noche, creando una atmósfera cálida e íntima. El sonido del viento suave soplaba fuera, añadiendo una tranquilidad serena al ambiente.

— Cate... —Alice rompió el silencio, su voz temblorosa y llena de emoción—. Quiero que esta noche sea especial. Quiero que sea contigo.

Cate la miró, sus ojos llenos de comprensión y ternura, pero también de un nerviosismo palpable. Se acercó más a Alice, acariciando su mejilla con delicadeza.

— ¿Estás segura? —preguntó Cate, su voz suave pero firme, queriendo asegurarse de que Alice se sentía completamente cómoda.

Alice asintió lentamente, sus labios temblando ligeramente antes de sonreír. —Nunca he estado tan segura de algo en mi vida —respondió, su voz cargada de sinceridad y deseo.

Cate se inclinó y la besó suavemente, transmitiendo todo el amor y respeto que sentía por Alice. Pero en su mente, el nerviosismo persistía. Era la primera vez de Alice, y Cate quería que todo fuera perfecto. Además, ella misma nunca había estado con otra mujer de esta manera. La preocupación de ser torpe o no saber exactamente qué hacer la invadía.

— Eres tan hermosa —susurró Cate, sus labios rozando la piel de Alice mientras bajaba besos por su cuello y clavícula. A pesar de sus nervios, quería que Alice se sintiera amada y segura.

Alice cerró los ojos, permitiéndose sentir cada momento, cada sensación. Se sentía segura y amada en los brazos de Cate, y eso hacía que todo fuera aún más especial.

— Quiero sentirte, Cate. Quiero que esta noche sea nuestra —dijo Alice, su voz apenas un susurro pero llena de determinación.

Cate la miró con una mezcla de amor y admiración, pero también con una sombra de incertidumbre. —Entonces hagamos de esta noche algo inolvidable —respondió, continuando con sus besos y caricias, llevándolas a ambas a un nuevo nivel de intimidad y conexión.

Cate fue cuidadosa y atenta, asegurándose de que Alice se sintiera cómoda y amada. A pesar de sus temores, se dejó llevar por sus sentimientos y la guía de Alice. Con cada movimiento, buscaba confirmar que Alice estaba disfrutando y que no había dolor ni incomodidad.

— ¿Está todo bien? —preguntó Cate en un momento, su voz suave y llena de preocupación.

— Sí, Cate, todo está perfecto —respondió Alice, sonriendo para tranquilizarla—. Estoy feliz de que seas tú.

La respuesta de Alice calmó parte del nerviosismo de Cate, y con cada momento que pasaba, la conexión entre ambas se hacía más fuerte. La torpeza inicial se fue desvaneciendo.

Emergency de un romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora