Capítulo 59

139 8 0
                                    


Esa noche, mientras Alice dormía profundamente, Cate tenía las hormonas muy alborotadas. Aunque Alice estaba a su lado, completamente dormida, Cate no quería despertarla, así que comenzó a tocarse lentamente. Sentía su vagina mojada y ahogaba pequeños gemidos con una respiración desigual. Se sentía extremadamente cachonda. Alice la trataba muy bien: era amorosa, tierna y protectora, pero ya no la seducía ni la tocaba como antes. Quizás fuera por su avanzado embarazo, o quizás Alice ya no la deseaba. Sin embargo, eso no impediría que Cate pudiera satisfacerse sola. De hecho, cuando Alice no estaba, Cate usaba un consolador, pero ahora no podía porque el zumbido la despertaría.

- Mmhh... - ahogaba sus gemidos.

Alice, por otro lado, se despertó por los sonidos de Cate. Escuchaba los chasquidos y los gemidos de su esposa, y cómo se retorcía de placer. Alice quería ser quien provocara eso, pero verla embarazada le daba miedo lastimarla. Aunque deseaba complacer a Cate, la frustración por no sentirse una buena esposa la llevó a darse la vuelta y tratar de seguir durmiendo, aunque le fuera imposible.

- ¿Amor... estás despierta? - Cate la movió suavemente, temiendo haber sido demasiado ruidosa.

- ¿Qué pasa, Cate? - Alice intentó actuar como si recién despertara, girándose para mirar a Cate en la oscuridad.

- Nada, pensé que estabas despierta. Seguiré durmiendo. -Cate, algo apenada, se dio la vuelta para dormir.

- ¿De verdad piensas dejarme así? - La frustración de Alice era evidente. No había tenido sexo ni tiempo para masturbarse.

- ¿De qué hablas? - Esto parecía ser su primera pelea después de casarse.

- Me despiertas y luego te duermes... - Alice encendió la luz y se sentó en la cama.

- No te desperté, Alice. - Cate se acomodó en la cama.

- Lo hiciste, desde que empezaste a gemir. - En ese momento, Alice no era la usualmente tierna castaña. Era una bestia lujuriosa despertada a las tres de la mañana porque su esposa se estaba masturbando sin ella. - ¿Acaso crees que yo no puedo complacerte?

- ¿Y qué quieres que piense? - Alice se despojó de las sábanas. - Me tratas como si me fuera a romper, ya casi no me besas... - Lanzó lejos la almohada prenatal. - ...Inicio besos plagados de deseo y tú me alejas...

Cate estaba muy enojada, ya no se sentía deseada; más bien, sentía que solo irradiaba ternura y ya no se sentía sexy. Por otro lado, Alice estaba enojada porque Cate no la invitaba a tener sexo con ella, dedicándose solo a protegerla, posponiendo su propio placer.

- No hables más. - Alice ya no era delicada y tumbó a Cate hacia atrás. - Yo soy la única que puede darte placer, ¡aunque sean las tres de la mañana!

Cate estaba sin palabras mientras Alice la besaba con pasión y salvajismo. Le costaba respirar y su cuerpo se calentaba. Nunca había visto a Alice actuar de esa forma y le excitaba esta nueva faceta.

- Ahora sabrás lo que es un buen orgasmo. - Alice mordió los labios de Cate, haciendo que ella gimiera, luego besó su cuello dejando chupones por todo su cuerpo. - Gime mi nombre si no quieres que pare. - Bajó hasta los muslos de Cate, dejando más chupones. - ¿Entendiste? Porque aún no escucho nada de tu sucia boca.

- No me hables así. - Replicó Cate, muy excitada.

Alice se sentó y atrajo los muslos de Cate hacia ella. - Eres mía... mi esposa. - Pronunciaba con soberbia.

- Alice, estás muy rara, será mejor que... - Trataba de acomodarse, pero Alice no la dejó.

- De aquí no te mueves. - Alice alzó las manos de Cate por encima de su cabeza, mientras la tenía entre sus piernas.

Emergency de un romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora