Alice a la mañana siguiente se dirigió al hospital, marcó su hora de ingreso en el libro y fue hacer sus deberes que consistían en atender a los pacientes que llegaban de emergencia por algún resfriado, fractura, cortes y lo básico realmente.
— Hola querida, mi nombre es Marta y acabo de cortarme accidentalmente mientras picaba una cebolla. — Una señora muy educada y de pelo blanco se encontraba sentada en la camilla.
— Hola, mi nombre es Alice. Permítame ver su herida. — Mientras Alice revisaba la herida de la señora le preguntaba su edad, si era hipertensa, diabética y las cosas generales para llenar una ficha. — Su herida es muy profunda por la necesitará sutura pero tranquila por qué no le dolerá, me han dicho que tengo manos de ángel. — La anciana sonreía amorosamente.
— Debo decirle señora que está en muy buenas manos, por cierto, soy la doctora Blanchett y está señorita tiene manos de diosa. — Alice enrojeció ante tal comentario, no sabía que Cate estaba en aquella habitación.
Cate de vez en cuando supervisaba a todos sus alumnos pasantes y se topó con su favorita, la castaña y una escena tan tierna con una anciana.
— Eso se ve a plena vista doctora. — Cate dejó a Alice para que realizará su labor y se retiró a observar a los siguientes alumnos.
Hoy la rubia vio llegar a la castaña más hermosa de lo habitual, se notaba que se encontraba en su plena juventud, estaba muy fresca y ese hermoso pelo nunca le hacía caso, siempre se le salía un mechón de cabello ondulado por su frente. Alice siempre ha sido una chica alta a la que le encanta correr. Para ella, correr era una forma de terapia, una manera de escapar de sus problemas y estados emocionales intensos. Su cuerpo atlético y sus curvas definidas, con un trasero prominente y unos pechos redondos y hermosos, no pasaban desapercibidos. Últimamente, Cate no podía evitar observarla con más atención desde que la castaña le había confesado sus sentimientos, y por otro lado, a la rubia le pareció raro que ella no se acercara a saludarla como siempre lo hace, por lo que luego debería desocupada la llamó.
— Alice, ¿puedes venir un momento? — preguntó Cate desde la puerta de su oficina, tratando de mantener una voz firme.
Alice entró, nerviosa pero intentando mantener la compostura.
— Claro, doctora. ¿En qué puedo ayudarle?
Cate la miró fijamente, sintiendo una oleada de deseos que intentó controlar. Esas hilarantes frases provocan muchos deseos en su interior, sonaba tan sexy.
— Necesito que revises estos expedientes. — Le entregó una carpeta, sus dedos rozando ligeramente los de Alice.
Alice sintió un escalofrío, pero no apartó la mano de inmediato.
— Sí, doctora. — dijo su voz apenas un susurro.
Cate notó la tensión en el aire y decidió alejarse antes de hacer algo de lo que pudiera arrepentirse.
— Gracias, Alice. Puedes irte ahora. — dijo tratando de sonar profesional.
— De nada, doctora. — la castaña se dio la vuelta, con el corazón latiendo rápido, sintiendo que los ojos de la rubia la seguían mientras salía de la oficina.
Más tarde, en el hospital, Cate y Alice compartieron otro momento tenso mientras trabajaban juntas en una cirugía.
— Alice, pásame el bisturí. — pidió Cate, intentando concentrarse en el paciente.
Alice le pasó el instrumento, sus manos temblando ligeramente al rozar las de Cate.
— Lo siento, doctora. — se disculpó, sintiendo su rostro enrojecer.
ESTÁS LEYENDO
Emergency de un romance
RomanceEn el corazón del Reino Unido, en la pintoresca ciudad de Cotswold, se desarrollará una historia cautivadora entre la renombrada doctora Cate Blanchett y su alumna Alice Evans. La doctora Blanchett, una eminente académica, ha dedicado su vida a la m...