Capítulo 23

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El sol de la mañana entraba a raudales por las ventanas, inundando la habitación con una luz cálida y dorada. Alice despertó primero, sintiendo el calor reconfortante del cuerpo de Cate a su lado. Miró a su alrededor y despertó a Cate con un suave beso en la mejilla, luego en sus ojos, frente y finalmente beso castamente sus labios.

— Buenos días, preciosa — susurró Alice.

Cate abrió los ojos lentamente, sonriendo al ver a Alice.

— Buenos días, cariño — respondió, estirándose perezosamente. — ¿Dormiste bien?

— Muy bien — asintió Alice. — Vamos a desayunar y luego pasamos a buscar a Chloe.

Después de vestirse y disfrutar de un desayuno ligero en la terraza del hotel, Cate y Alice se dirigieron a la habitación de Chloe. Golpearon la puerta suavemente, esperando a que la rubia respondiera.

— ¡Chloe! ¿Estás despierta? — llamó Cate.

Después de unos segundos, la puerta se entreabrió y apareció la cara despeinada de Chloe.

— ¡Hey, chicas! — dijo con una sonrisa traviesa. — Lo siento, pero no puedo salir ahora. Estoy... ocupada.

De fondo se escucharon risas y dos murmullos masculinos, dejando claro a qué se refería Chloe. Alice y Cate se miraron y no pudieron evitar reírse.

— Diviértete, Chloe — dijo Alice. — Nosotras vamos a explorar un poco.

Salieron del hotel y empezaron a pasear por la ciudad. El aire fresco de la mañana era revitalizante y las calles estaban llenas de vida. Caminaban de la mano, disfrutando de la compañía mutua y la belleza del lugar.

— Me encanta esto — dijo Alice, apretando suavemente la mano de Cate. — Poder estar contigo, sin preocupaciones.

— A mí también — respondió Cate, inclinándose para darle un beso en los labios. — Vamos a tomarnos un helado.

Encontraron una pequeña heladería local y se sentaron en una mesa afuera, saboreando sus helados mientras observaban a la gente pasar. Alice pidió un helado de fresa y Cate uno de chocolate, intercambiando bocados y risas.

— Este es el mejor helado que he probado en mi vida — dijo la rubia, disfrutando de cada cucharada.

— Definitivamente — asintió la castaña, limpiando una mancha de helado de la mejilla de Cate con un dedo,le parecía tan tierno ver a la rubia sucia, era como ver a una bebé comiendo. — Después de esto, ¿te gustaría ir a la playa?

— ¡Me encantaría! — respondió Cate con entusiasmo.

Se dirigieron a la playa, donde el sol brillaba intensamente y las olas rompían suavemente contra la orilla. Se cambiaron en los vestidores y corrieron hacia el agua, riendo y salpicándose mutuamente.

— ¡El agua está perfecta! — exclamó Alice, sumergiéndose hasta los hombros.

— ¡Sí, es increíble! — respondió Cate, tomando la mano de Alice bajo el agua.

Después de nadar un rato, se acostaron en la arena para secarse al sol. Alice cerró los ojos y dejó que el calor del sol la envolviera, sintiendo una paz profunda.

— Esto es el paraíso — murmuró.

— Lo es — coincidió Cate, acariciando suavemente el brazo de Alice. — Te ves preciosa, cariño.

— Tú más, Cate. — Alice sonrió mientras acariciaba la pierna de Cate con ternura, admirando la suavidad de su piel blanca. — Y sin ropa aún mejor. — añadió con un tono coqueto.

Emergency de un romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora