Capítulo 11

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Cate se sentía tan plena, tan relajada, tan sumida en sus deseos, quería solo sentir y no pensar. Había tenido tres maravillosos orgasmos con Alice y eso le encantaba. Se sentía como un hombre, deseando a la castaña con una intensidad desconocida, deseando tener sexo con ella una y otra vez.

— Ay... Alice, me vuelves loca... — se decía para sí misma, rodando en la cama y recordando los momentos de pasión que habían compartido.

De pronto, la puerta de su dormitorio se abrió dejando ver a su hija, Chloe.

— Mamá, ¿no has visto a Alice?

— No, cariño, pensé que estaban juntas. — Cate reía para sus adentros por aquella cómica situación.

— Eso creía… — dijo muy adormilada aún.

— ¿Qué es ese olor tan delicioso? ¿Estás haciendo el desayuno?

— No, creo que es Alice. Huele riquísimo, mejor vayamos a comer. — Ambas rubias bajaron muy felices a la cocina.

Al llegar a la cocina, vieron a Alice ocupada entre las ollas y sartenes, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

— Amiga, huele delicioso. — abraza a la casta por la cintura.

— Sí, Alice, huele delicioso. — Cate copió la misma acción de la rubia y ambas abrazaron a Alice, sintiendo una calidez reconfortante.

— Deberías mudarte con nosotras. — mencionó Chloe alegremente.

— Estoy totalmente de acuerdo, imagínate despertar así todas las mañanas... Que rico cariño... — Cate dijo con un tono que solo Alice comprendió completamente, lo que hizo que la castaña se sonrojara ligeramente.

— Estás muy callada, Alice, ¿te sucede algo? — preguntó Cate, notando la repentina seriedad de la castaña.

— No... es solo que me encanta cocinarles a mis rubias favoritas. — respondió Alice, sonriendo mientras servía el desayuno, tratando de mantener la compostura.

Chloe, ajena a la tensión subyacente, comenzó a servir los platos y a hablar animadamente sobre sus planes para el día. Mientras tanto, Cate y Alice compartían miradas cómplices, cada una recordando los momentos de pasión y cariño que habían compartido, sabiendo que, aunque la situación era complicada la lujuria podría más con ellas.

— Debería irme a mi casa.

— No te dejaré salir con esta lluvia, podrías tener un accidente — dijo Cate rápidamente.

— Sí, Cate, mamá tiene razón. Debes quedarte. Podemos ver una película, yo preparo las palomitas.

— Es una buena idea, hija.

— No se preocupen. Me iré con cuidado.

— Bajo mi cadáver te irás, Alice. No ganarás en esta situación, es por tu seguridad — dijo Cate con firmeza.

Alice se sentía atacada y presionada por ambas rubias que la miraban retadoramente.

— Está bien, ustedes ganan, pero quiero estar en cama acostada. Pero no en la tuya, Chloe, está pasada a alcohol.

La doctora y la castaña rieron.

— No hay problema en eso, cariño. Vendrás a mi cama — dijo Cate con autoridad y sensualidad.

— Claro, culpen a la abogada. No peleare esta batalla, iré a cambiar mis sábanas y ventilar la habitación. Con permiso.

— Lávalas de inmediato, Chloe. No quiero que comiences a juntar ropa como siempre lo haces.

Emergency de un romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora