Los últimos días fueron muy ajetreados y largos, pero a pesar de todo eso, una muy contenta Alice se fue a quedar en casa de su amiga Chloe. Ambas tenían mucho de qué conversar, ya que Chloe estudiaba derecho y Alice medicina, por lo que sus horarios rara vez coincidían. Aunque a veces estaban bajo el mismo techo, no siempre tenían tiempo para charlas profundas, limitándose a ver una película y dormir.
— Entonces, ¿cómo te va en el hospital? — preguntó la joven rubia, mientras se acomodaban en el sofá que estaba junto a la ventana del dormitorio de Chloe con una taza de té.
— Bien, muy bien. Es desafiante, pero también muy gratificante. — Alice intentó sonar casual, aunque su mente seguía ocupada con pensamientos sobre Cate.
— ¿Y hay alguien que te llame la atención? — Chloe la miró con una sonrisa traviesa.
Alice sintió un nudo en el estómago. No podía revelarle a Chloe que estaba enamorada de su madre.
— Bueno, hay alguien... — dijo Alice, tratando de evitar el tema — es una chica de las pasantías.
Chloe levantó una ceja, interesada.
— ¿En serio? ¿Cómo es ella?
Alice se encogió de hombros, tratando de no parecer demasiado emocionada.
— Es increíblemente inteligente y tiene una pasión por la medicina que admiro mucho, pero creo que a ella le gusta otra persona ... — Tomó aire pesadamente. — Me lo ha confesado...
— Me alegra que hayas encontrado a alguien que te inspire tanto. Pero ¿le has dicho algo? ¿Te has atrevido a decírselo? — Chloe trata de indagar en el asunto como toda una gran abogada, ya que a ella le gustaban las pruebas y simplemente dudas. — No creo que le guste alguien más; tú eres suficiente para cualquiera.
— No, todavía no. — Alice negó con la cabeza. — Es complicado, ya sabes, pero ella me ha dicho, me dijo "si alguna vez me he sentido confundida por alguien". — Chloe asintió pensativa.
— Vamos, Alice, eso no significa nada. — La joven rubia trataba de bajarle el peso al asunto.
— Puede ser... Mejor cuéntame sobre el chico que te gusta. — Alice decidió cambiar la conversación que estaba yendo de mal en peor.
— Es mi amigo, nos llevamos muy bien. Él es muy tímido y pues tú me conoces, yo soy todo lo contrario. — Ambas rieron.
— Ve poco a poco, conócelo más.
— Sí, lo hago. En serio, me gusta.
— Amiga, si vas lento es porque en realidad te gusta. — Rieron juntas por la intensidad de Chloe. — Por cierto, le dije a tu madre que iríamos a la isla Bora Bora y dijo que quería ir con nosotras, pero le dije que primero te preguntaré a ti si ella podía asistir.
— Vamos, Alice, ¿crees que soy tonta? Eso sería hacerte un favor y yo amo hacerte favores y verte feliz. Tú adoras a mi madre, prácticamente la idolatras y te desvives por ella. Es claro que ya habías tomado una decisión. Además, no me importa si mi mamá nos acompaña, ella es muy chic y on fire. Por otro lado, agreguemosle el que le hace falta un respiro; papá es un fastidioso.
— Bueno, le diré entonces... ¿Vemos una película?
— Claro ... — Las chicas vieron dos películas seguidas, comiendo muchos dulces y riendo por doquier.
Más tarde en la noche, Alice escuchó cómo John y Cate discutían. Las ganas de bajar eran muchas, pero no quería involucrarse en los problemas de la rubia y su estúpido marido. Después de un rato de silencio y al ver que Chloe estaba profundamente dormida, la castaña decidió bajar silenciosamente, encontrándose a Cate sentada en el suelo, bebiendo alcohol.
— ¿Estás bien? — preguntó Alice con preocupación.
— No. No lo estoy. No lo he estado desde hace mucho tiempo. — respondió Cate, tomando un sorbo de su bebida. Estaba muy alcoholizada.
— ¿Te puedo ayudar en algo?
Cate la miró con ojos cansados y tristes. Sus hermosos cristales azules estaban hinchados de tanto llorar, lo cual hizo que la castaña internamente se diera un golpe por haber esperado tanto tiempo antes de bajar.
— ¿Por qué estás aquí, Alice?
— Porque me importas, porque... te quiero.
Cate dejó escapar una risa amarga, creyendo que Alice solo le decía eso para hacerla sentir mejor.
— No lo hagas, no me quieras. Soy un ser horrible en todos los sentidos. Soy muy vieja para ti y podría ser tu madre. — Alice se acercó, arrodillándose a su lado.
— No seas tonta. No eres nada de eso. No permitiré que te refieras a ti de esa forma. Eres hermosa en todos los sentidos. — Alzó con su mano la barbilla de la rubia y concluyó: Independientemente de lo que sienta por ti, siempre te diré que eres muy hermosa.
Cate la miró con sus ojos llenos de lágrimas no derramadas. Alice tomó su mano con suavidad, sintiendo la conexión profunda que había entre ellas.
— Gracias, Alice. — susurró, sintiendo un poco de consuelo en las palabras de la joven. — Pero tú te mereces alguien mejor, alguien joven, sin ataduras y tan bueno como tú.
— ¿Bueno como yo? — Pícaramente, y para sacarle una sonrisa a la rubia, expresó: — ¿Te refieres a que estoy buena?
— No, tonta... o sea... sí — ahora comenzaba a tartamudear enredándose en sus propias palabras —... ehh... yo no quise decir eso...
— ¿Acaso ya te comienzo a poner nerviosa?
— Lo siento, necesito más trago para esto. — Alice le quitó la botella y bebió un gran sorbo de alcohol.
La tensión y el deseo flotaban en el aire, pero también había un entendimiento mutuo.
— Quiero confesarte que hoy en el hospital no te pude quitar de mi mente y ahora que te tengo al frente solo quiero hacer una cosa. Besarte. — sentenció la castaña.
— No lo hagas, no puedo... — Mientras que sus palabras decían una cosa, su rostro decía otra, y sus ojos hablaban por sí mismos mientras miraba los labios de Alice, los cuales deseaba con locura hace mucho tiempo.
— Shh... Tomó delicadamente sus labios junto a los suyos y le dio un beso cargado de sentimientos, que luego se fueron intensificando.
Para Alice, los labios de Cate eran el paraíso. La rubia besaba demasiado bien y tenía unos labios muy carnosos que calzaban a la perfección con los suyos. Ambos iban en un vaivén de sintonía que parecía que se conocían desde hace mucho. Desde ese momento, la castaña llegó a la conclusión de que estaba firmemente enamorada de la rubia. La amaba.
— Hoy te veías muy guapa. — beso. — Bueno, en realidad, siempre te ves guapa. — Más besos. — Me encanta mucho tu trasero, me enloquece ... — Divagaba en palabras debido a que el alcohol, no la dejaba pensar con claridad y de manera racional. — Pero debemos parar, no puedo hacerle esto a Chloe. — sentenciaba con mucho pesar Cate.
Cate, algo mareada, se paró y se dirigió a su habitación, mientras que Alice siguió sentada en el salón, analizando lo que acababa de suceder. Lo que había rescatado era que no le era indiferente a la rubia, ya sea por aquel beso y lo que Cate le había comentado acerca de su "trasero"; eso quería decir que la observaba, y ella lo usaría en su favor.
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Emergency de un romance
RomanceEn el corazón del Reino Unido, en la pintoresca ciudad de Cotswold, se desarrollará una historia cautivadora entre la renombrada doctora Cate Blanchett y su alumna Alice Evans. La doctora Blanchett, una eminente académica, ha dedicado su vida a la m...