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Antes de que Marcus pudiese contestar, me abalancé sobre él, provocando que se tambaleara y apoyara sobre la musgosa y húmeda pared del bar. Al acercarme aún más, me detuve en su rostro. Era un hombre joven, con piel trigueña y facciones muy marcadas. Sus grandes ojos celestes destacaban en la oscura noche, fijos en mí, con un terror palpable. 

—Pero qué belleza nos encontramos aquí —comenté observando cómo su expresión se tornaba cada vez más desesperada—. Es una lástima que tu rostro acabe en malas condiciones, querido. Pero se pudo haber evitado, ¿no es así? 

Me incliné hacia él, notando la cicatriz que atravesaba su ojo. La navaja que sostenía en la mano se reflejaba en la penumbra, mostrando sus bordes afilados que estaban ansiosos por cumplir su propósito.

—Por cierto, Marcus —dije, abriendo lentamente la navaja para mostrar el filo—. ¿Qué es esta enorme cicatriz que atraviesa tu ojo? No es tu primera vez cobrando errores, ¿no es así?

Su rostro se contrajo en una mueca de dolor y desesperación, al pasar mi navaja abriendo nuevamente aquella herida. No pude evitar sacar una pequeña sonrisa al ver su cara de  angustia. Alastor se acercó a nosotros, sus movimientos precisos y calculados. La frialdad en sus ojos reflejaba una intención clara: disfrutar cada instante de esta cruel tortura.

— No te preocupes. Solo intentaremos hacer esto lo más entretenido posible. —dijo Alastor, con una sonrisa cruel mientras balanceaba el cuchillo en su mano.

Alastor deslizó el filo por el otro ojo de Marcus, igualándolos. La piel se rasgó, la sangre comenzó a brotar mientras gritaba en agonía.

—Esto es solo el principio, Marcus —susurró Alastor, mientras limpiaba aquel cuchillo con su oscuro pantalón.—. Cada corte solo es una pequeña advertencia. Solo esperamos que comprendas el mensaje antes de que sea demasiado tarde. 

Alastor nuevamente se alejó apreciando su obra, mientras que me acercaba nuevamente. Su respiración era errática, y su pánico era palpable. Sentí una oleada de satisfacción al ver cómo el terror se apoderaba de él.

—¿Sabes lo que siento ahora mismo? Siento el poder de la justicia en nuestras manos. ¡¿No es divertido?! —pregunté, mi voz denotaba frialdad y deleite mezclado con una siniestra risa.

Alastor, con una meticuloso acercamiento, deslizó su arma por todo lo largo de su torso sin profundizar demasiado, solo rompiendo la camisa y brotando de ella oscuro rubí. Continuó haciendo pequeños cortes en el cuerpo y alguna que otra apuñalada en su hombro. Cada movimiento era una mezcla de elegancia y brutalidad orquestada por aquél extraño locutor.

—Si tienes algo que decir, este es el momento —dijo Alastor, su tono ahora cruel y exigente—. Pero recuerda, tus palabras solo alargarán tu sufrimiento.

Marcus, con los ojos llenos de lágrimas y el cuerpo temblando, intentó hablar.

— Querido— Dije llamando la atención de Alastor mientras le tocaba suavemente su hombro. — Espera, quiere hablar. ¿Qué quieres decir Marcus? Ilústranos... — Culminé acercando mi oreja hacia su temblorosa boca para escuchar mejor.

Al principio sus palabras eran incoherentes, hasta que finalmente habló. — Pu... Pu... Púdranse, solo son.. solo son unos simples peones.

Al escuchar aquellas palabras, mi sonrisa se desvaneció lentamente, reemplazada por una expresión de seriedad y desdén. La actitud desafiante del hombre y su falta de respeto me hicieron mirar a Alastor, quien se detuvo momentáneamente en su tortura para volverse hacia mí.

Alastor, con una mirada que ahora era de fría determinación, se acercó a mí con un tono más grave y formal.

—Tn, aléjate de él —dijo, su voz cargada de una autoridad que no admitía discusión.

Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora