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La mañana se hizo presente. El suave sol que traspasaba tímidamente las cortinas de la habitación, parecía contradecir la brutalidad de la noche pasada. Austin había sido un éxito, y la energía vibrante de la ciudad aún resonaba en mis recuerdos. Sin embargo, esa vibración pronto se desvanecía ante la necesidad de continuar con la gira. La nueva etapa nos llevaba a Luisiana, y todo debía estar listo.

La habitación del hotel estaba desordenada con ropa esparcida por todas partes, pero me movía con una eficiencia calculada. La preparación de las maletas se realizaban rápidamente, sin tiempo para distracciones. Los atuendos estaban cuidadosamente seleccionados, y los artículos personales eran empaquetados con la misma meticulosidad. Cada objeto, desde el maquillaje hasta los documentos de viaje, encontraba su lugar en las maletas.

Kevin, que había pasado la noche en su habitación, apareció con una sonrisa de oreja a oreja mientras llevaba nuestro desayuno. Con actitud despreocupada revisó las últimas notas y verificó la información de los vuelos.

— Todo listo para partir —dijo con entusiasmo mientras observaba cómo metía la última prenda en la maleta—. Luisiana nos espera.

— Sí, parece que todo está en orden —respondí mientras cerraba la última maleta y la colocaba junto a las demás. Mi mirada se desvió hacia la ventana, donde la luz del sol iluminaba la ciudad—. Me encantaría tener más tiempo para disfrutar de esta ciudad, pero el trabajo nos llama.

— Bueno, es solo cuestión de tiempo antes de que estemos de vuelta por aquí —dijo Kevin con una sonrisa—. Ahora, vamos a asegurarnos de que todo esté en orden para nuestro vuelo.

Nos dirigimos al aeropuerto, aunque el viaje a Luisiana no era largo, había un cambio de ritmo que se sentía en el aire. La atmósfera en el avión estaba cargada de expectativa y emoción. Los miembros del equipo estaban igualmente listos para la siguiente etapa.

Luego de algunas horas por fin llegamos al Sur del país, la bella Luisiana. Amaba el folklore que se respira en cada esquina de este maravilloso lugar, sin duda estaba deseosa de llegar al hotel y turistear antes de dar mis últimos shows.

El hotel en el que nos alojaríamos era elegante y acogedor. La recepción era rápida, y pronto estábamos instalados en nuestras habitaciones. Los preparativos para el espectáculo eran fundamentales, y había mucho trabajo por hacer. A pesar del cansancio, la adrenalina de la gira mantenía a todos activos y alerta.

Desempaqué y decidí tomar un baño para entrar en calor. Al salir, encontraba a un rubio con traje color fucsia tirado en mi cama.

— ¿Se le ofrece algo su señoría? — Logrando captar su atención, Kevin se recompuso para comenzar a hablar sobre los shows.

— Entonces, mañana tienes que ir a la tienda de ropa, — decía mientras ojeaba su libreta— también confirmé la entrevista con la radio local que es el jueves, y el viernes me encargaré de la visita al bar para hablar con el gerente antes del show.

— Excelente, todo está a su orden y semejanza. —Sonreí mientras me sentaba al lado de Kevin. — Días libres antes de un show, es simplemente perfecto.

— Voy a bajar para recorrer la ciudad, ¿Quieres venir?— Pregunté mientras me colocaba mi saco y mi bufanda.

— Esta vez tendré que decir que no. — Contestó mientras se levantaba en dirección a la puerta— Tengo que desarmar mis valijas y hacer un par de llamadas. Pero me cuentas todo eh.

Al bajar, me encontré con más frío del que esperaba, el despejado y celeste día se había convertido en una gruesa capa gris en el cielo, mientras algunas hojas volaban al compás de la brisa. Me arreglé mi bufanda y comprendí viaje, recorriendo la colorida pero en penumbra ciudad. Cada esquina tenía una historia diferente que contar, cada tienda contenía personas atendiendo cálidamente, el jazz y la magia se respiraba. Me encontraba en un disfrute completo, encantada por las calles, hasta que me encontré una cafetería.

Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora