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Con el trato sellado, me levanté de la silla con calma, sintiendo la tensión en el aire como si fuera una corriente eléctrica. Sabía que Alastor y Jean me seguían de cerca mientras nos dirigíamos hacia la salida. Mis pasos resonaban en los pasillos, y aunque podía sentir las miradas de los hombres de Imanov en mi espalda, no me preocupé en mirar atrás. Había cumplido con mi parte, y ahora solo quedaba seguir adelante.

Al salir del edificio, inhalé profundamente, aliviada por el aire fresco de la tarde. Caminé hacia el auto con una confianza renovada, disfrutando del pequeño triunfo que habíamos logrado. Alastor y Jean estaban a mi lado, con su presencia firme y reconfortante.

Una vez en el auto, Alastor encendió el motor, y el silencio que siguió fue casi palpable, cargado de la tensión que aún se disipaba. Finalmente, fue Alastor quien rompió el silencio, su voz sonando casi divertida.

— Debo admitir, querida, que me has sorprendido. — Dijo con una sonrisa que apenas podía esconder su admiración. — No esperaba verte tan... ¿Cómo decirlo? Determinada. Ha sido un espectáculo digno de presenciar.

Lo miré de reojo, notando la chispa de diversión en sus ojos. No pude evitar devolverle una sonrisa, más relajada que antes.

— Bueno, no siempre puedes ver todas mis facetas, Alastor. — Dije con un tono un poco más ligero. — Pero, cuando la situación lo requiere, puedo ser bastante convincente.

Jean, desde el asiento trasero, dejó escapar una breve risa, algo inusual en él.

— La verdad es que fue un buen espectáculo. — Comentó, aún con esa seriedad que lo caracterizaba, pero con un matiz de aprobación en su voz. — Cualquier otro enfoque habría sido un desastre.

— Eso es cierto. — Dije, dejando que una pequeña risa escapara de mis labios. — Pero no siempre tiene que ser tan tenso, ¿verdad? A veces, un poco de ingenio puede ser más efectivo que la fuerza.

El viaje continuó en un ambiente mucho más relajado. Después de dejar a Jean en su casa, Alastor y yo seguimos nuestro camino en silencio durante un rato, hasta que finalmente hablé.

— Necesito pasar por la tienda de Rosie para que me tomen medidas para un vestido. Es parte de los preparativos para el show.

Alastor levantó una ceja, con una expresión más ligera y curiosa.

— Rosie, ¿eh? — Dijo, con una sonrisa que mostraba más interés del que solía dejar ver. — Suena como un lugar fascinante para acompañarte. Después de todo, no puedo dejar que vayas sola a un sitio tan exclusivo, ¿verdad?

Lo miré directamente, dejando que mi sonrisa se ampliara un poco más.

— Bueno, supongo que no tengo otra opción. — Respondí, sintiéndome más relajada que antes.

El trayecto hasta la tienda de Rosie fue relativamente corto, pero suficiente para que yo aprovechara y comentara lo que tenía en mente para el vestido. Quería algo que capturara la esencia de Nueva Orleans, con un toque clásico pero audaz. Le mencioné a Alastor que había comprado unos tacones dorados que pensaba combinar con el vestido. Él solo me escuchaba, con esa sonrisa que siempre dejaba entrever que sabía algo que yo no.

Finalmente, llegamos a la tienda de Rosie, y apenas crucé la puerta, ella apareció con una sonrisa radiante. Me recibió con un cálido abrazo, su energía contagiosa llenando el espacio.

—¡Tn, querida! —exclamó con entusiasmo mientras me apretaba ligeramente—. ¡Qué alegría verte!

—Rosie, siempre es un placer —respondí, sonriendo sinceramente mientras devolvía el abrazo.

Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora