Alastor y yo llegamos al Gambler's con una sensación compartida de expectativas y deberes. Esta noche no era una noche cualquiera; teníamos varios objetivos en mente, y la tensión se sentía en el aire, aunque disfrazada por el bullicio y la música del bar.
Entré primero, el ruido y las luces familiares del lugar me envolvieron de inmediato. Sin perder tiempo, me dirigí hacia la barra, donde Husk estaba atendiendo a los clientes con su habitual cara de pocos amigos. Me senté en uno de los taburetes y le saludé animadamente.
—¡Husk! —exclamé con una sonrisa, intentando sacarle una expresión menos amarga.
El pelinegro levantó la vista de su trabajo y, al verme, su semblante se suavizó apenas un poco. —Tn, ¿Qué haces por aquí? —me preguntó, su tono menos gruñón de lo habitual, lo cual, viniendo de él, ya era todo un logro.
—Cosas de negocios —respondí con un guiño.
— ¿Alastor viene contigo? — Husk alzó una ceja, desconcertado, y yo me giré extrañada. Estaba segura de que Alastor había estado justo detrás de mí cuando entramos.
— Sí, no sé donde se pudo haber metido.—admití, mirando hacia la entrada, buscando con la mirada a ese hombre de traje oscuro.
Husk, con su típica falta de entusiasmo, me sirvió un whisky sin preguntar, y yo lo tomé, aunque en mi mente seguía preguntándome dónde se había metido Alastor. Mientras tomaba el primer sorbo, el licor quemando suavemente en mi garganta, Husk se ocupó de otros clientes. Cuando volvió hacia mí, señaló vagamente hacia una esquina del bar con un movimiento de cabeza.
—Ahí está tu moreno —murmuró, descansando sus codos sobre la barra.
Me giré en la dirección que indicaba Husk y, para mi sorpresa, vi a Alastor saliendo de una esquina del bar, con andar vacilante. A su lado, una mujer alta, rubia y con vestido corto de un rosa que resaltaba entre la multitud, lo tomaba del brazo con sumo cariño. Se despidió de él con un beso en la mejilla antes de marcharse. Sentí una punzada de molestia, pero decidí ignorarla y volví mi atención a Husk, quien me observaba con una mezcla de curiosidad y desagrado.
—¿Con quién estaba Alastor? —pregunté, tratando de sonar casual.
—No lo sé, pero esa mujer no me gusta un pelo —respondió Husk, mirándolo de reojo mientras se acercaba a nosotros.
Decidí dejar el asunto de lado por el momento y centrarme en lo que realmente importaba. Me incliné hacia Husk y comencé a hablar en voz baja, contándole sobre la nueva alianza que había formado con Imanov. Le expliqué los motivos detrás de la alianza y cómo este vínculo podría sernos útil para conocer mejor a Víctor y asegurarnos de tener respaldo en cuanto a hombres y armas. Además de mencionarle que Jean había conseguido al primer informante.
Alastor se sentó a mi lado, su atención aparentemente centrada en su vaso de whisky. Sin embargo, sabía que estaba escuchando cada palabra. De vez en cuando, su mirada oscilaba entre mí, Husk y su bebida, como si estuviera evaluando cada detalle de nuestra conversación.
Husk, por su parte, observaba a Alastor con una mirada seria, algo común en él, pero con una tonalidad diferente esta vez. No podía culparlo; la aparición de esa rubia desconocida había levantado suspicacias, y la actitud de él, tan concentrado en su whisky, no ayudaba a disiparlas.
—Dentro de poco debería llegar Víctor —comenté, cambiando de tema—. No cumplimos con el pedido de eliminar a Imanov, pero planeo cobrarle igual. No tiene forma de saber si se cumplió o no.
Husk asintió con un ligero movimiento de cabeza, su mirada seria y calculadora. —Buena suerte, Tn —dijo en voz baja, mientras apretaba suavemente mi mano en un gesto de apoyo. El contacto, aunque breve, fue firme, como si quisiera transmitirme algo más allá de las palabras. Alastor, que estaba a mi lado, notó el gesto, pero no le dio mayor importancia, o al menos eso parecía.
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Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)
Fiksi PenggemarEl tiempo es dinero y Tn lo sabe. No importa tener las manos manchadas cuando hay entre medio grandes negocios. Ahora que se encuentra en la recta final de su gira, desea explorar nuevos terrenos, y que mejor que en el bajo mundo. Pero no siempre s...