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— Entendido. Gracias, estaremos en contacto.

Colgué el teléfono con un suspiro, dejando que mis pensamientos se acomodaran mientras me dirigía a mi habitación. Necesitaba mi agenda para organizar las ideas y los pasos que debía seguir después de la llamada con Imanov.

Abrí el cajón de mi mesa de luz, y la tomé entre mis manos, pero mis ojos se detuvieron en un par de objetos que compartían ese espacio en el cajón. Mi navaja y mi pistola descansaban allí, guardadas, esperando el momento de ser usadas nuevamente.

Mis dedos acariciaron la navaja, levantándola con cuidado. Observé cada grabado, el color rosa de su mango que, en la penumbra de la habitación, se veía opaco y apagado. Sonreí al ver cada marca y cada centímetro de ella llena de recuerdos. Con un suspiro la dejé de vuelta en su lugar para volver a centrarme en mi trabajo, pero antes de salir de la habitación, volví sobre mis pasos y guardé la navaja en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Me dejé caer en el sillón, sintiendo el peso de la situación presionando sobre mis hombros. La conversación con Imanov rondaba en mi mente, llena de advertencias y precauciones que debía tener en cuenta. Tomé el teléfono nuevamente y marqué el número de Jean. La llamada no tardó en ser contestada.

—Tenemos un avance. Imanov propuso un galpón en Texas, cerca de la frontera con Nuevo México.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que respondiera.

— ¿Ese galpón no era de Víctor?

—Sí —admití—. Lo abandonó hace tiempo, presionado por enemigos y la policía. Ahora está en manos de Imanov y sus hombres.

Jean soltó un leve suspiro, pero no dijo nada de inmediato. — ¿Crees que sea seguro?

— Aún falta detallar y finiquitar el plan. Pero es un buen lugar para empezar si queremos llevarlo a cabo. Imanov me proporcionó los demás detalles del lugar, te informaré más tarde.

Hubo otro momento de silencio, y pude imaginar a Jean asintiendo lentamente al otro lado.

—De acuerdo. Si este es el camino, lo tomaremos. Pero asegúrate de que todo esté bajo control antes de movernos.

— Lo haré —respondí, con una determinación renovada antes de colgar. Sabía que no había espacio para errores.

El enorme reloj de piso marcaban las 15:53 y el segundero con su ritmo incesable, acompañaba el crepitar de la chimenea y el murmullo de la radio que nombraba las noticias del día. Cambié la emisora, y llegué hasta la de Alastor, la emisora número 75.3.

— Así que, mis queridos radioescuchas, se aproximan días soleados y ventosos, ¡así que recomiendo usar su equipo invernal! — Su voz resonaba en cada rincón de la casa, animada y cálida. — Y ahora, volvamos al tema que a todos nos tiene en vela... Desaparecidos. Jhoan Fernández, William Brown, Loan Smith, Farrel Magnoe y Vinn Heartlock se suman a la lista de este mes...

No tenía idea quienes eran, pero sabía su paradero. Se había obsesionado completamente por sus cacerías, los policías le pisaban los talones, y parecía no entender sobre la gravedad del asunto.

— Se cree que el responsable es el ya infame Monstruo de Luisiana... — continuó su voz, ahora más baja y grave. — Pedimos condolencias a las familias afectadas...

El ambiente en la sala cambió de golpe. Un frío inusual me erizó la piel. La chimenea seguía ardiendo, pero el calor no llegaba a mí. Miré alrededor, buscando alguna rendija por la que pudiera entrar el aire helado, pero no había nada.

Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora