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La claridad del sol apenas comenzaba a filtrarse a través de las cortinas cuando me desperté. A pesar de la agitada noche de ayer. Me levanté de la cama sintiendo el peso de mi cuerpo a cada paso que daba, hasta llegar al baño. El agua fría me ayudó a despejarme, pero no podía sacarme de la cabeza lo ocurrido.

Alastor. Su aparición no había sido una mera coincidencia. Había algo más grande en juego, algo que no podía ignorar. Me vestí rápidamente, poniéndome una ropa cómoda. Bajé a las madrugadoras calles de Nueva Orleans para dirigirme a la cafetería de siempre. Pediría dos cafés negros con la misma cantidad de galletas con chispas de chocolate. Necesitaba despertar a Kevin y que me dijera su pequeña aventura nocturna.

Al pasar la gran puerta de madera y metal, decorado con una desgastada pintura color verde bosque, me abrazó el delicioso aroma de cafés y leña encendida en la pequeña estufa que se encontraba en la esquina del local. Cuando recibí mi pedido, mi mirada se concentró exclusivamente en los dos tambaleantes cafés, hasta que Alastor, apareciendo de las sombras como siempre, decide ayudar.

— Déjame ayudarte querida Tn.— Dice suavemente mientras agarraba ambos cafés.

Acepté su ayuda, mientras sentía como la ansiedad me perforaba el pecho pero traté de ser lo más disimulada al salir de la cafetería.

— Querida, ¿Hacia dónde te diriges?— Preguntó con una mirada azucarada.

— Hacia el hotel. — Respondí.

— ¡Oh pero que frialdad en tus palabras! Luisiana parece verano contigo.— Exclamaba mientras tenía una animada sonrisa— No te pongas nerviosa querida mía, de todos modos, sabía que traías algo entre mano, ¡Ja,Ja! — Se reía alegremente mientras sentía el peso de su mirada divertida en mí.

— No sé de lo que hablas. — Tratando de ser lo más desentendida del asunto posible.

— Oh, así que no sabes. Bien, entonces, cambio de planes. —Mientras se dirigía a la calle contraria.

Al alcanzarlo me quejaba el por qué cambió de camino, y mi pendiente con los cafés, mientras, Alastor, parecía ser sordo antes mis palabras. Mientras estaba en medio de mi unísona discusión, desaparece de mi vista. Cuando lo busco con la mirada, se encontraba sentado con una mirada tranquila en el parque de la última vez.

— Siéntate, Tn. Necesitas calmarte. — Comentó mientras cruzaba sus piernas con gracia única.— El café de Kevin puede esperar. — Continuó.—No trates de escapar de nuestro encuentro ayer en el Gambler's querida. De hecho, me suponía desde el primer momento que cruzaste la puerta de la estación de radio tenías planes más... como decirlo, oscuros.

Mientras hablaba, solo miraba al frente y luego a mi café, mi mirada estaba fija en la nada. Que carajos me pasaba, me sentía como una oveja encerrada con un lobo.

Finalmente, me senté, con una mezcla de reticencia y curiosidad, consciente de que cualquier intento de eludir la conversación con Alastor sería inútil. Su presencia siempre había tenido una cualidad hipnótica, y esta vez no era diferente, sus ojos no se apartaron de mí, brillando con esa mezcla de diversión y peligro que le era tan característica.

— Alastor, no sé qué esperas que te diga. — Comencé, tratando de mantener la calma. — Lo de anoche fue... imprevisto.

— ¿Imprevisto? — repitió, levantando una ceja con interés teatral. — Vamos, querida, no me subestimes. Sabes tan bien como yo que en nuestro mundo, pocas cosas son realmente imprevistas.

Respiré hondo, sabiendo que no tenía sentido mentirle.

— Está bien, admito que anoche hubo un... ajuste de cuentas. Víctor debía algo y Jean y yo nos encargamos de asegurarnos de que pagara. Pero no habíamos previsto tu llegada. — Respondí, evitando su mirada penetrante.

Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora