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Al día siguiente, los primeros rayos de sol se filtraron a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Me desperté lentamente, estirándome en la cama y dejando escapar un suspiro largo y satisfecho. La noche anterior ya se sentía como un recuerdo lejano, y la tranquilidad de la mañana se extendía por toda la casa, llenando cada rincón con una calma que no había sentido en horas.

La mañana transcurrió en una calma casi terapéutica. Después de disfrutar del café, me dediqué a realizar diversas tareas hogareñas que había pospuesto durante días. La sensación de productividad se sentía bien, y mientras trabajaba, la casa empezó a recuperar su habitual apariencia impecable.

Con las tareas terminadas y una sensación de satisfacción en el aire, me di cuenta de que mi estómago comenzaba a protestar, recordándome que no había comido mucho desde la noche anterior. Decidí que era hora de salir y disfrutar de un almuerzo ligero. Había un pequeño restaurante nuevo que había abierto a unas pocas calles de distancia, y este parecía el momento perfecto para probarlo.

Me vestí con algo casual, me permitiera disfrutar del paseo. Al salir de la casa, el aire fresco y el sol eran revitalizantes. Caminé a paso tranquilo, disfrutando del ambiente relajado de las calles y observando a las personas que iban y venían.

Llegué al restaurante, un lugar acogedor con un diseño moderno pero íntimo. Me senté en una mesa cerca de la ventana, desde donde podía observar la calle mientras esperaba mi comida. Pedí una ensalada ligera y una limonada fresca, algo simple pero satisfactorio para mantener el equilibrio después de la noche anterior.

El ambiente del restaurante era tranquilo, y mientras comía, mis pensamientos comenzaron a vagar de nuevo, reflexionando sobre todo lo que había sucedido. La comida era deliciosa, y la atmósfera relajante me permitió disfrutar verdaderamente del momento. Terminé mi almuerzo con una sensación de ligereza, tanto física como mental, y pagué la cuenta antes de regresar a casa.

Al llegar, me quité los zapatos al entrar y me dirigí directamente a mi escritorio. Era hora de organizar mi agenda y planificar los próximos días.

Primero, marqué el número de Rosie. El tono sonó varias veces antes de que la familiar voz de Rosie contestara con su habitual entusiasmo.

—Rosie's Couture ¿en qué puedo ayudarle? —dijo con su tono profesional.

—Hola, Rosie. Soy Tn. Quisiera reservar una fecha para visitar la tienda. Estoy buscando un vestido especial para mi próximo show —le respondí, ya imaginando el atuendo en mi mente.

—¡Tn, qué placer escucharte! —exclamó Rosie, emocionada—. ¿Qué te parece si vienes mañana por la tarde?

—Eso suena perfecto, Rosie. Mañana por la tarde estaré allí —dije, sonriendo al pensar en lo bien que me conocía.

—¡Genial! Nos vemos mañana, querida.

Colgué el teléfono y anoté la cita en mi agenda. Luego, me preparé para hacer la siguiente llamada, George. Sabía que necesitaría su ayuda para contactar a algunos de mis antiguos músicos con los que había compartido tantos éxitos en el pasado. Marqué el número y esperé mientras sonaba el tono.

—George hablando, ¿Quién es? —su voz resonó en la línea con la usual mezcla de autoridad y cansancio.

— George, soy Tn. Estoy organizando un show y quería pedirte el número de mis antiguos músicos. Especialmente el de Ossian.

—Tn, ¡qué sorpresa! —respondió George, su tono más animado—. Me alegra escuchar que estás organizando un show. Te envío los números de inmediato. ¿Cómo quieres manejarlo? ¿Te comunicas tú directamente con ellos?

Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora