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Narradora

Alastor conducía por las calles oscuras de Nueva Orleans. Había pasado ya un buen rato desde que dejó la oficina de Víctor, y el impulso que sentía por liberar su violencia en alguien más seguía palpitando dentro de él. Mientras el coche se adentraba en los suburbios, se colocó sus guantes de cuero con una precisión casi ritualística, cada dedo cubierto de forma perfecta.

La ciudad estaba tranquila, las calles apenas iluminadas por faroles intermitentes y algunas pocas luces provenientes de las ventanas de casas. Doblando en una esquina, entró en una zona más sombría de la ciudad. Aquí, la civilización parecía una idea lejana; los edificios eran más viejos, las aceras más agrietada, y la noche se volvía más espesa.

Con ojos agudos, escaneaba el entorno en busca de una víctima, alguien lo suficientemente desafortunado como para cruzarse en su camino esta noche. Su corazón latía con una calma inquietante, como si ya supiera que encontraría lo que buscaba, solo era cuestión de tiempo. Estaba a punto de girar en otra calle cuando una figura solitaria más adelante en la acera llamó su atención.



A unos pocos minutos de allí, Tn caminaba hacia su casa, su mente todavía envuelta en la maraña de eventos recientes. La noche fría y el silencio de las calles no le traían consuelo, pero al menos la tranquilidad era un respiro temporal en medio de su tormento interno. Estaba tan cerca de su hogar que casi podía sentir la familiaridad de su cama, el único lugar donde creía poder hallar algo de paz.

Pero algo interrumpió su frágil calma. Sintió una presencia detrás de ella, un coche que había estado siguiendo su ritmo por más de una cuadra. Ya alerta por naturaleza, notó la extraña coincidencia, y sus sentidos se agudizaron instantáneamente. Sin cambiar el ritmo de su paso, su mano se deslizó dentro del bolsillo, aferrándose a la navaja que guardaba allí. Sus nudillos se tornaron blancos al rodear con fuerza el mango de la navaja, preparada para cualquier eventualidad.

El coche seguía su avance, con las luces incandescentes reflejadas en el asfalto. Intentó no girar la cabeza, no quería hacer contacto visual, pero no pudo ignorar el coche que finalmente se alineó a su lado, reduciendo aún más la velocidad. Con un movimiento automático, la ventana del conductor bajó y la familiar voz que emergió de la oscuridad hizo que su corazón saltara, aunque no lo mostró externamente.

—¿Qué haces aquí sola en la noche, querida? Ven, te llevo hasta tu casa —dijo Alastor, su tono ligero pero con una carga subyacente de curiosidad. Su antebrazo estaba casualmente apoyado en la ventana, mientras sus ojos la estudiaban intensamente. La sonrisa que curvaba sus labios era habitual, pero había algo más detrás de ella.

Al escuchar su voz, Tn aflojó el agarre en su navaja, aún sorprendida, pero manteniendo la seriedad en su expresión. No había esperado encontrarse con él de vuelta, y menos en estas circunstancias. Sin voltear completamente hacia él, respondió con un tono que intentaba mantener neutral, aunque con una clara frialdad.

—No, gracias —dijo con firmeza, continuando su caminata, esperando que él simplemente la dejara en paz.

Alastor no movió el coche. Continuó conduciendo a su ritmo, su mirada fija en ella. La insistencia en sus ojos iba creciendo, acompañado por la inevitable preocupación. ¿Qué había pasado para que ella se mostrara tan distante, tan diferente a la persona con la que compartía sus momentos? Podía ver la tensión en su postura, la forma en que evitaba mirarlo directamente. Esto no era normal.

—Querida, ¿Qué te sucede? Ven, insisto. —su tono se suavizó levemente, aunque la preocupación era evidente. La había visto en situaciones complejas antes, pero esta frialdad era nueva para él.

Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora