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El despertador no sonó, el sol ya había alcanzado su ventana. Si de otro día se tratase, me hubiera levantado de un salto por tal horario, pero la noche anterior había sido un torbellino de energía y adrenalina que justificaba cualquier acción futura. Me estiré en la cama, mientras el cuerpo me pasaba factura, cada músculo estaba cansado pero estaba enteramente satisfecha por el espectáculo que había dado. Con un bostezo, me levanté de la cama.

La primera tarea del día era clara: necesitaba café. Me duché, y bajé por mi café que quedaba en el centro de la ciudad. Este día sería enteramente libre, ayer, al llegar al hotel le avisé a Kevin que se tomara el día mañana. Así que ambos descansaremos hoy.

Salí del apartamento, respirando el aire fresco, y me dirigí al café. El pequeño local, con sus paredes de ladrillo expuesto y su atmósfera acogedora, estaba decorado con plantas en macetas y cuadros de artistas locales. A medida que me acercaba, noto que el lugar estaba más animado de lo habitual, con una mezcla de clientes habituales y turistas.

Fui recibida por el aroma reconfortante del café recién hecho. Al acercarme al mostrador, pedí mi café.

—¡Buenos días! —dije con una sonrisa al barista —. Un café negro y una galleta con chips de chocolate, por favor.

—¡Claro, Tn! —respondió el barista, mostrando una sonrisa entusiasta—. ¿Cómo te fue anoche?

—Fue increíble, gracias por preguntar— Respondí, mientras el barista preparaba su café. Percibía varias miradas y murmullos, hasta que en medio de mi análisis una mujer se me acercó.

—¿Eres Tn? ¡No puedo creerlo! —dijo, claramente emocionada—. Vi tu espectáculo anoche en el bar de Jazz, y fue espectacular. ¡Te amé!

Sonreí agradecida. —Muchas gracias. Me alegra que hayas disfrutado del show.

El barista me entregó el café y me dispuse a recorrer la ciudad. Pasé frente a la estación de radio, el restaurante al que fuimos una vez con Kevin, hasta llegar a una plaza. Era un lugar bastante desolado, me dispuse a sentarme en un banco, y apreciar la tranquilidad, de vez en cuando, algunas personas se me acercaban para saludar y charlar unos momentos.

Luego de un par de horas en la plaza, cuando tomo las fuerzas para regresar al hotel, comenzando mi rumbo, mi mente solo se iba al entero desastre que dejé ayer en la noche en mi habitación, y debía ordenar.

Mientras caminaba de regreso, mis ojos vagaban por las calles, fue entonces cuando lo vi. A lo lejos, en una calle paralela a la mía, Alastor. Estaba merodeando por la calle, su figura inconfundible destacaba entre las vacías calles. Vestía su usual traje impecable, con una elegancia que parecía fuera de lugar en ese entorno. Mi curiosidad se encendió inmediatamente.

¿Qué podría estar haciendo un hombre tan refinado en un lugar como este?

Decidí seguirlo a una distancia prudente, asegurándome de no ser vista. Las calles estaban menos concurridas a medida que me acercaba al callejón, lo que facilitaba mantenerlo a la vista. Mi corazón latía con fuerza, no podía dejar de preguntarme qué podría estar haciendo allí.

Alastor se detuvo un momento en frente a un callejón oscuro y aparentemente sin salida. Miró a su alrededor con una sonrisa que no parecía adecuada para la situación, y luego, con una seguridad inquietante, finalmente se adentró. A primera vista, no parecía haber ningún motivo para que alguien se metiera allí. Las paredes de ladrillo desgastadas por el tiempo y la falta de iluminación hacían que el lugar pareciera desolado y peligroso.

Esperé unos segundos antes de seguirlo. Me aseguré de que nadie más me viera y me deslicé hacia el callejón, pegándome a la pared para no hacer ruido. El día iba tornándose cada vez más oscuro a medida que avanzaba, y tuve que esforzarme para no perderlo de vista. Al girar una esquina, vi algo que me dejó perpleja: Alastor estaba parado frente a una puerta oculta entre los ladrillos, apenas visible a menos que supieras que estaba allí.

Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora