Sinfonía de la muerte (Alastor x Tn)

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El resplandor de la luz me resultaba insoportable. Apenas podía mantener los ojos abiertos. Sentía la cabeza pesada, y me dolía como migraña. A mi lado, Alastor no paraba de hablar mientras derrapaba las calles, pero sus palabras no llegaban a mis oídos, no entendía nada. ¿Alastor? No... él no podía estar aquí. No... no era él. Víctor me había dicho que lo habían atrapado, que había muerto. Esto no es real.

Intenté moverme, pero mi cuerpo no respondía. Estaba rígida, congelada. Esto es otra fantasía, estaba segura. Víctor lo había hecho antes, jugar con mi mente hasta quebrarme. La luz, el auto, Alastor... nada de esto podía ser verdad... Estaba segura, sentía frío. Como siempre. Todo parecía demasiado perfecto. Era otro truco, era un truco de esas sombras o de las drogas que me hacían consumir... O los trabajadores de Víctor... No sé. Pero esto era una ilusión creada para destrozarme aún más. No podía confiar en lo que veía.

— Querida estás a salvo ahora, pero tenemos que ser rápidos. No volverá a tocarte. Vivirás conmigo, ¿de acuerdo? Él no podrá encontrarte. No tienes que preocuparte más.

A salvo... Si seguro. Esto era una obra de mi... ¿A salvo? No... Esto es mi imaginación, mi cabeza, ¡mi mente! Esa voz era falsa, era mi voz. Esa voz no era más que el acompañamiento a la orquesta que tenía en mi cabeza...

Sentía algo detrás de mí, voces, susurros, murmullos que no paraban. ¿había alguien? ¿o también era mi imaginación? No podía ni siquiera girar la cabeza para confirmar quién estaba ahí. El miedo me tenía completamente atrapada, ¿O me tenían amarrada? ¡¿Amordazada?! ¡Estaba atrapada! ¡Me apretaban! 

— Tn, ¿Me estás escuchando?

Esa voz de vuelta, ¿Quién era? ¿Alastor? Su voz era lejana... No... No era él... ¡Esto es una mentira! ¡Déjame en paz! ¡No mientas! ¿No me toques! ¡Saca tus manos sobre mí! ¡Déjame! El tacto frío de su mano contra mi brazo desnudo me hacía temblar. ¡Déjame en paz! Intenté gritar, pero no podía, mi garganta estaba seca, cerrada ante mi propio terror. ¡Saca tus manos! ¡¿Quién eres?!

— ¡Suéltenme!

"Quédate quieta... Quédate quieta... Y ya vas a estar tranquila, ya van a dejar de molestarte." Me repetía una y otra vez. Si me tranquilizaba me soltarían...

Tranquila...

Tranquila...

Tranquila...

¡QUÉDATE QUIETA!

— Quédate quieta lindura... Si colaboras no te pasará nada, tranquila...

—¡DÉJENME EN PAZ! ¡SUÉLTENME!

Mis manos estaban atadas a mis espaldas, mis pies también, todo mi cuerpo estaba amarrado con cuerdas gruesas a la silla, juraría que también mi cabeza, y mi abdomen, mi abdomen estaba fuertemente enlazado al respaldo de la silla, sentía que me ahogaba. No podía ver nada, algo tenía en la cabeza. ¡No podía! ¡No podía ver! Me intentaba zafar de los nudos, moverme, hacer algo, pero las ataduras eran demasiado fuertes y dolorosas, tanto que sentía como me llegaban hasta el hueso.